En nuestras novelas, crear antagonistas memorables es casi tan importante como construir buenos personajes protagonistas. Como muestra valga el manido ejemplo de lord Vader, ridículo con sus botones y sus lucecitas en el pecho, pero ahí está, 50 años después, con su terrorífica respiración angustiosa, siendo uno de los villanos más icónicos de la historia cinematográfica.
Sin embargo, no siempre hace falta un antagonista que sea fuerte y poderoso, un gran luchador fiero y temible. Me llamo Carlos Calleja y escribo cosas. Rescatando un artículo que leí hace no mucho y que me encantó, este mes os traigo: «El antagonista desde la retaguardia». ¿Te apuntas a descubrirlo conmigo?
Comenzar por el principio: ¿Para qué necesito un antagonista?
Este es el propósito del artículo que os traje el mes pasado: «La Larga Sombra del Villano I – Cómo crear un buen antagonista». Allí podréis encontrar las razones obvias por las que necesitáis una fuerza que se oponga al protagonista y genere conflicto para nuestra historia. Sed tan amables de pasaros por el artículo y echadle un vistazo, tal vez encontréis algo que os sorprenda.
¿Y si mi antagonista no quiere, no sabe o no puede luchar?
No es un problema. Esa es la idea de esta segunda entrega. El antagonista puede empujar la trama de muchas maneras distintas sin tener que enfrentarse cara a cara con los protagonistas. Y esto hará que los personajes principales se tengan que buscar las mañas para superar los ardides del rival. Veamos algunos ejemplos:
-
¿Y si tu antagonista fuera alguien muy querido por el pueblo porque proporciona trabajo y prosperidad a una región? Es aquí donde la fuerza de las facciones de seguidores entraría en juego para derrotar a nuestro protagonista. No solo habrá de vencer al alcalde corrupto, sino también a todo su séquito de chupópteros que harán lo imposible por encubrir los chanchullos y defender el pastel.
-
También puedes contar con los sobornos. Nuestro antagonista es alguien rico, ¿cómo detener el contrabando si los propios guardias de la ciudad miran para otro lado noche tras noche?
-
Villanos muy ricos, con capacidad para contratar a otros para hacer el trabajo sucio, son de los antagonistas más odiosos que existen. Si no, pregúntale a Kvothe qué tal le fue con Ambrose Anso. Una idea, que funciona tanto en las series como en las novelas, es conseguir que el malo caiga muy mal. Si tu malo cae mal, lo estás haciendo bien. Aquí podemos encontrar asesinos y cazarrecompensas (Boba Fett, sin ir más lejos), pero también personajes o compañías enteras contratadas para arruinar los planes de nuestro protagonista.
-
Cuando tu villano posee el objeto que ansía nuestro protagonista, la cosa se vuelve fea y hay que afrontar soluciones desesperadas. ¿Esto obliga a pensar un robo en una mansión fuertemente vigilada? ¿Tendremos que rescatar de una prisión a nuestro secundario en apuros? ¿Y, si para conseguir el antídoto a una picadura, el villano nos obligara a trabajar para él (Altered Carbon)? Si conseguimos que el encargo que realice el antagonista choque frontalmente con la moral de nuestro protagonista (lo hemos visto hasta la saciedad en la saga de Geralt de Rivia), tendremos una historia potente con un conflicto interno demoledor.
-
Por último, pero no menos importante, algo muy rolero que funciona muy bien es hacer que el villano esté siempre bien conectado, sobre todo con el pasado de los personajes. Todos tenemos cosas que dejamos atrás deseando que nunca más salgan a la luz. Un amor fracasado, un amigo al que dejamos tirado, una cuenta que nunca terminamos de pagar… Si el villano rebusca en el historial de los personajes, puede sacar a colación elementos muy potentes, que el lector entenderá con facilidad, y que conseguirán amenizar la trama de manera satisfactoria.
La debilidad del antagonista
Por supuesto, todo el mundo tiene un punto débil, lo cual aplica también a nuestro villano. Si hacemos enemigos indestructibles, no conseguiremos convencer a nuestro protagonista, y mucho menos al lector, de que vale la pena luchar. Quizá la trama de nuestro libro consista precisamente en descubrir cómo derrocar a alguien que es considerado por todo el mundo como intocable.
Y más delicioso todavía, ¿podemos hacer que nuestro protagonista derrote a su rival usando las mismas tretas que este suele usar? Es aquí donde podemos aplicar los consejos vistos antes: ¿Tiene el villano algo en el pasado que podamos utilizar como arma arrojadiza? ¿Dejó pruebas de sus crímenes? ¿Un lugarteniente a quien podamos sobornar con la esperanza de que lo traicione y ocupe su lugar? ¿Alguna manera de cortar sus finanzas o la mercancía que está monopolizando?
Nada más por el momento. Como siempre, gracias por llegar hasta aquí. Ya podéis ver que las posibilidades son muchas para plantar frente a nuestros protagonistas sin recurrir a la violencia. Espero que todos estos buenos consejos te inspiren para desatascar tus tramas y crear historias profundas, divertidas y novedosas.
Para todo lo demás, recomiendo que no le perdáis la pista a los cursos que oferta Caja de Letras (@CajaDLetras). En Narrativa I y II, sin ir más lejos, podréis aprender a profundizar en el desarrollo de tramas.
0 comentarios