Estamos en verano, las clases llegan a su fin, y la mayoría podremos disfrutar de unas merecidas vacaciones . ¿Y qué significa eso? Pues tiempo. Lo que nos falta durante la mayor parte del año. Tiempo para escribir, tiempo para leer.
El verano pide algo para relajarse, pocas complicaciones y flexibilidad en el día a día. Las vacaciones son para disfrutar y hacer cosas diferentes. Un poquito de promiscuidad literaria está bien. Es un buen momento para pensar en las antologías. Ya seas un escritor decidiéndote a participar en algún proceso de selección, o como lector, para tener algo que llevarte a donde sea para leer antes de que el calor te funda los sesos.
Las antologías nos ayudan en una de las facetas de las que menos se habla en el mundo de la literatura: la social. ¿Y cómo lo hacen? Las antologías consiguen algo muy complejo: conectan gente. Consiguen enlazar a personas, ya sea por un momento o durante un largo tiempo. Las antologías son el Tinder de la literatura.
¿Qué es una antología literaria?
Para ir a lo que nos interesa, diremos que es una recopilación de relatos de uno o varios autores escogidos alrededor de un criterio. Para este artículo, nos centramos en las de varios autores, que son bastante más diversas y realizan mucho mejor la función social de la que hablábamos antes.
La promiscuidad del lector
Puedes leer uno de los relatos mientras estás en la playa tomando el sol, en el descanso a mitad de una senda de montaña, mientras esperas a que llegue ese tren que te llevará a tu lugar de destino, etc. Lecturas cortas y asequibles para los momentos de relax o espera.
La variedad de autores y relatos es refrescante. Cada autor habrá afrontado la premisa del criterio de selección de una forma diferente y, en general, los editores prefieren tener variedad a la hora de confeccionar la propuesta. En la misma antología sobre fantasía noir, una aventura policíaca contemporánea con tintes mitológicos, un relato cuántico de crímenes binarios, la historia de la quiebra económica de una república elfa, la búsqueda de un regicida o la persecución de fuerzas sobrenaturales a un niño y un celador.
Además, tienes una ventaja adicional: deslizar a la derecha. Si tras unas páginas no te gusta un relato, corre unas páginas y te vas al siguiente. Comprar una novela y que no te guste es un drama. En una antología puedes probar otra cosa. Con que la mitad de los relatos te hayan llegado, ya vale la pena.
Hacer match con un autor
Conoces la hermosa experiencia de encontrar un autor del cual no tenías ni idea de que existía. Leer un relato que te enamora y te lanza a las páginas de biografía para ver qué otras cosas tiene publicadas, y seguirlo en redes para ver cuál es su rollo.
Puede pasar que descubras que solo te gusta ese único relato, es cierto. Perfecto, que te quiten lo bailao. No está mal disfrutar de experiencias de conexión efímeras. A por el siguiente. Sigue jugando. Puede pasar que ese relato te haga establecer una relación más seria con su obra. Eso es hermoso. Si le preguntas a cualquier autor, te lo puede confirmar.
El coqueteo del autor
Ahora toca hablar de la otra parte. De ese autor que saca sus mejores armas de seducción literaria para eso, seducir. Primero al editor/juez/ser todopoderoso que se va a encargar de seleccionar a los participantes de la antología, pero sin olvidar que el lector es su objetivo final.
Ya hablamos de presentarse a un certamen en un artículo anterior. Ahora vamos a suponer que has sido elegido y cómo eso va a ampliar tu círculo de lectores y de autores.
Siempre suelo decir que la escritura es un proceso solitario solo si tú quieres que lo sea. Participar en una antología es la prueba de ello. En primer lugar, vas a tener contacto con personas del mundo editorial. Conocer a gente te puede ayudar en posteriores contactos para otras obras. También compartirás antología con otros autores y, con suerte, coincidiréis en presentaciones varias. Recuerda que tú eres autor, pero también lector de tus compañeros de antología. A no ser que seas un mendrugo desagradecido y pagado de sí mismo que solo se limita a releer el suyo (en ese caso, apestas).
Puedes establecer diferentes tipos de relaciones: contactos profesionales, amistad, conocidos. Aquí ya depende de lo que cada uno quiera y la medida en que quiera hacer uso de sus habilidades sociales. Nadie debería obligar a nadie a socializar.
Guía rápida para no ser un falso
Sé tú mismo. A nadie le gusta la gente falsa o interesada, no fuerces ningún vínculo (en grado alto o bajo) por mucho interés que tengas. Ve de buena fe, ser una persona falsa solo funciona hasta que alguien te pilla, y luego se paga caro.
Muestra reciprocidad. Paga con la misma moneda. Si alguien está dispuesto a ayudarte, hazlo tú también. Si creas una relación profesional con alguien, que sea honesta. No pasa nada por hacer contactos profesionales. Los que intentamos dedicarnos a esto lo hacemos constantemente, pero paga profesionalidad con profesionalidad, y no los confundas con amigos. Editores, correctores, ilustradores y otros escritores merecen respeto por su carrera. Y, bueno, si surge la amistad… a nadie le sienta mal una birra/refresco y hacer unas risas.
La antología benéfica
Desde muchos ámbitos de la sociedad surgen iniciativas en beneficio de causas sociales. Incluso muchas editoriales deciden donar la totalidad o parte de los beneficios para ello.
Debería ser un orgullo participar en una antología benéfica ofreciendo tu relato para un fin que te llega al corazón, y otro orgullo para el lector que compra la antología contribuyendo a la causa.
¿Dónde encuentro las antologías?
Se celebran convocatorias durante todo el año, solo tienes que estar atento a las editoriales y sus redes (cosa que como escritor o lector ya deberías estar haciendo), pero, si quieres un resumen, puedes seguir los artículos de Ariadna Rius Soler en el blog de Caja de Letras.
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