El Autor Del Mes: Robert Louis Stevenson
Este mes va a ser un poco más especial para mí, pues el autor del que voy a hablar, Robert Louis Stevenson es, junto con Julio Verne, de los primeros a los que leí y uno de los que mejores ratos me ha hecho pasar en mis lecturas juveniles.
Sus Primeros Años
Robert Louis Stevenson nace un 13 de noviembre de 1850 en Edimburgo (Escocia). Hablar de Stevenson es hablar de un autor prolífico al que es difícil encuadrar dentro de un género literario concreto, pues al margen de escribir novela, poesía y ensayo pasaba de la novela de aventuras a la de fantasía, pasando por relatos de viajes y sin dejar de lado la histórica con su “Flecha Negra”.Heredada posiblemente de su madre, Stevenson es de salud delicada ya desde su infancia, a lo que contribuía muy poco el clima de su ciudad natal. Tras su paso por varios centros educativos e internados, termina ingresando en la Universidad de Edimburgo para estudiar Ingeniería Náutica, más por influencia familiar que por vocación personal, pues casi todos sus antepasados, incluido su padre, son constructores de faros. Pero esto duró poco: Stevenson no tardo mucho en cambiar de tercio pasando a estudiar Derecho, profesión que llegó a ejercer sin éxito, ya que su interés real estaba centrado en el estudio de la lengua y no en el estudio de las leyes.
El inicio de una pasión
Se dice que los sermones a los que sus padres, presbiterianos acérrimos, le obligaron a escuchar en misa a partir de los dos años de edad, y los truculentos cuentos que la niñera, Alison Cunningham, que sus padres se vieron obligados a contratar por la delicada salud de su madre, le contaba cada noche antes de ir a dormir, le influenciaron de una forma muy positiva en lo que más tarde sería su profesión y vocación, pues aunque sentía un miedo atroz cuando la niñera le contaba las historias, estas le producían también una fascinación absorbente, creándose una complicidad especial entre los dos. Muestra de la influencia y cariño que “Cummy”, como llamaba familiarmente a la niñera, tuvo en su trayectoria literaria es la dedicatoria tan particular que le hace en “A Child’s Garde of Verses”, libro que publicó cuando Stevenson contaba treinta y cinco años.Esta es la dedicatoria:
To Alison Cunningham
From Her Boy
For the long nights you lay awake
And watched for my unworthy sake:
For your most comfortable hand
That led me through the uneven land:
For all the story-books you read:
For all the pains you comforted:
For all you pitied, all you bore,
In sad and happy days of yore:–
My second Mother, my first Wife,
The angel of my infant life–
From the sick child, now well and old,
Take, nurse, the little book you hold!
And grant it, Heaven, that all who read
May find as dear a nurse at need,
And every child who lists my rhyme,
In the bright, fireside, nursery clime,
May hear it in as kind a voice
As made my childish days rejoice!
R. L. S.
Los viajes: su mayor inspiración
Muchas de las aventuras que Stevenson refleja en sus libros, son inspiradas por los múltiples viajes que realiza en su adolescencia junto a su padre y que más tarde realiza por su cuenta en busca de mejorar la tuberculosis que le aflige desde 1875 y sobre por su carácter bohemio que empieza a adquirir para diferenciarse del estilo de vida que sus padres le inculcaron. En uno de estos viajes, en Grez (Francia) conoce a Fanny Osbourne con la que se casaría en 1880 a los treinta años de edad.Al principio de su carrera como escritor, Stevenson, tuvo la suerte de codearse con algunos de los mejores escritores de la época en el Reino Unido, así como con el editor Sidney Colvin que publicaría la mayoría de sus libros. Como dato curioso dentro de este círculo de amistades se encuentra Leslie Stephen, escritor y padre de Virginia Woolf.
Sus últimos días
Dicen que con el fin de emular a los personajes de sus novelas, Robert Louis Stevenson compra un yate con el que viajará hasta llegar al Pacífico Sur, donde fija su residencia en la isla de Samoa, por ser el clima más favorable que encuentra para su dañada salud y donde muere en 1894 de un derrame cerebral.Cuentan que tras una mañana de trabajo en la última de sus obras que dejaría incompleta, se sentó junto a su mujer para disfrutar de una buena botella de vino y que al ir a abrirla exclamo “¿Qué es eso? ¿Qué le pasa a mi cara?“ Y sin más, se desplomó consecuencia de la hemorragia cerebral que se lo llevó a los cuarenta y cuatro años de edad.Los restos de “Tusitala” (El contador de historias), como le llamaban los samoanos, reposan en Vailima Upola, la pequeña isla donde pasó los últimos años de su vida. No te pierdas el resto de nuestros Autores del Mes.
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