Los rescoldos aún tibios del Celsius 232 nos dejaban a Jorge Iván Argiz –uno de sus organizadores– preguntándose en una entrevista concedida a La Voz de Avilés si es posible que se hayan quedado cortos los cuatro días en los que se desarrolla el festival. La duda está más que justificada; el Celsius 232 se convirtió, un año más, en una convocatoria ineludible para los amantes del terror, la fantasía y la ciencia ficción de todo el país.El ya consagrado certamen de género tuvo lugar esta vez del 11 al 14 de julio y ha registrado de nuevo una asistencia masiva a los eventos gratuitos planteados en sus principales escenarios (auditorio de la Casa de Cultura, carpas de actividades, parque de Ferrera…) que nunca hicieron deslucir otras actividades paralelas orientadas a temáticas más específicas como la esgrima antigua, los videojuegos, los juegos de rol, el cosplay y las series, además de las proyecciones nocturnas al aire libre y los recitales. En total, hemos disfrutado más de 150 actividades durante los cuatro días de festival, que se traducen presumiblemente en unas cifras de ventas excelentes para editoriales, librerías y stands dedicados al merchandising. Era frecuente que los títulos –sobre todo aquellos de los principales nombres de esta VII edición– se agotasen, incidencia que se hacía todavía más visible en el firmódromo porque allí, sin importar temperatura ni hora, confluían después de cada sesión varias colas para conseguir la firma del autor o autora que acababa de comparecer micrófono en mano. Pero ¿qué ha hecho especial a la edición de este 2018? Las mujeres. Muchas y muy buenas. Y aunque no estuvieron todas las que son, sí que son todas las que estuvieron.El año 2018 ha sido bautizado por un gran sector de la ciudadanía como el año de las mujeres y en el Celsius 232 volvimos a comprobar que la etiqueta no es inmerecida. Cuando se anunció el cartel de esta última edición (obra de Lorena Azpiri) parecía hacerse una declaración de intenciones desde la organización. Se encendía así una hoguera que ha ido ganando altura conforme se anunciaban nombres en las semanas previas a la celebración del festival y que ha culminado en el majestuoso incendio de cuatro días que ha supuesto el Celsius 232 de 2018: Esta era la edición de las mujeres y no había más que hablar.El primer día de evento fue Kameron Hurley –quién mejor que ella– la encargada de prender la mecha de la extensísima nómina de artistas foráneas que pasaron por el teatro de la Casa de Cultura de Avilés. La nube piroclástica que tronó sobre el escenario no defraudó; Hurley es un fenómeno de la naturaleza. Habló sobre censura y autocensura, cómo gestionar el odio en las redes sociales, la caracterización de los personajes femeninos en Las estrellas son legión y los motivos que la llevaron a escribir un libro tan honesto como La revolución feminista geek: “Tienes que ser capaz de decir lo que quieras y no dejar que el miedo te frene. Si no hablo, han ganado; si no escribo, han ganado. Y no quiero, ¡prefiero que se enfaden, me niego a callarme y dejar que ganen!”.La pólvora seguiría desparramándose unos minutos después, cuando subió al escenario otra de las grandes personalidades procedentes del mercado anglosajón, Becky Chambers, quien refrendó el corte optimista que encontramos en El largo viaje a un pequeño planeta iracundo con una excelente reflexión sobre el impacto positivo de la ciencia ficción. Además de repasar su experiencia con la autoedición, las influencias procedentes de Star Trek y Arthur C. Clarke y algunas nociones sobre diversidad biológica, Chambers regaló al público un interesante pensamiento sobre la actitud humilde que tendríamos que adoptar todos y cada uno de nosotros ante la inmensidad del universo: “Debemos comenzar por ser mejores aquí abajo, si no, no llegaremos a las estrellas”.Mención especial merecen otros personajes internacionales del género que contribuyeron a redondear el programa: la italiana Elisabetta Gnone, que es una de las trabajadoras más emblemáticas de Disney Italia y de cuya mente nacieron las W.I.T.C.H. en 2001 o Corinne Duyvis, una joven holandesa que vino a presentar A las puertas de la nada y contarnos los entresijos de la escritura de las aventuras de Los Guardianes de la Galaxia junto a Dan Abnett, otra de las estrellas que más objetivos acaparó durante esta séptima edición. Tampoco podemos olvidar a la gran Lisa Tuttle, que repetía asistencia después de resultar finalista del premio Kelvin505 de 2017 con Futuros perdidos. Por la humilde localidad asturiana de Avilés pasaron muchas otras autoras como Laura Lee Bahr, convertida junto a Hugo Camacho y la editorial Orciny Press en una de las grandes animadoras de esta edición con su Porno religioso improvisado. También resultó una agradable sorpresa el descubrimiento que este año nos quería hacer la organización del Celsius 232 con su habitual apuesta por un autor (casi) desconocido: el hallazgo en esta ocasión fue Kim Lakin-Smith, hasta ahora inédita en España, una autora británica de fantasía oscura que llegaba desde Nottingham con una de las voces más magnéticas del festival. Con una dicción poderosamente narrativa y lóbrega parecía susurrar desde lo más íntimo qué había supuesto para algunas de sus obras como Cyber Circus o Tourniquet: Tales from the Renegade City aquella sordera parcial que padeció durante su infancia.Pero en el Celsius 232 de 2018, como no podía ser de otro modo, también se hicieron hueco las voces españolas más familiares. Se presentaron varias antologías de mujeres como el I Premio Ripley, Alucinadas, Terroríficas, Distópicas o Poshumanas; se intercalaron presentaciones y encuentros con autoras de toda la geografía española (Elia Barceló, Victoria Álvarez, Aranzazu Serrano Lorenzo, Geòrgia Costa, Gabriella Campbell…) y los Hijos de Mary Shelley festejaban los dos siglos del nacimiento de Frankenstein, el primer mito de la literatura moderna con permiso de Drácula. Especial relevancia cobró lo que prepararon para el último día, cuando presentaron Frankenstein Resuturado. Allí, junto a Fernando Marías, estuvo Lorenzo Luengo como invitado de excepción explicando, de filológicas maneras, la nueva traducción que había ejecutado sobre la archiconocida obra de Mary Shelley y por qué la importancia de su inclusión en esta evocadora antología. Sin embargo, la gran voz en habla hispana invitada a este Celsius 232 tenía, una vez más, nombre de mujer: Mariana Enríquez.Enríquez es una de las autoras más inclasificables y abarcadoras del terror actual. Viajaba desde Buenos Aires para poner el colofón a un último día de Celsius 232 con unas ideas tan perturbadoras como brillantes. En el intenso diálogo que estableció con Cristina Macía y Jorge Iván Argiz (donde no faltaron rockeros, fantasmas, fosas comunes, lápidas y Silvina Ocampo), Enríquez se mostró muy crítica con la ausencia de editoriales de género especializadas en Argentina, además de reivindicar de forma visceral al autor que se atreve a explorar nuevos caminos y encontrar nuevas fórmulas literarias. En estos mismos términos –aunque desde un punto de vista más ideológico que artístico– se expresó por la mañana en la carpa de actividades un habitual Guillem López que abogaba por el compromiso social de todo autor en la presentación de El último sueño.La gruesa arista feminista del festival incluso tuvo visibilidad en el apartado editorial, donde encontrábamos de estreno a la joven y aventurera Crononauta –orientada a publicar literatura de género con perspectiva de género–, un sello que llevó por primera vez su tan reconocible color morado a los stands del Celsius 232 con Binti de Nnedi Okorafor. Entre esos stands, cuando el sábado ya apagaba las llamas del festival, se sentó en el suelo un californiano llamado Tad Williams para hablar con sus fans. El Celsius es así. En el teatro había contado cómo de nuevo una mujer fue la responsable indirecta de que se le ocurriese ese viaje gatuno y épico donde acompañamos a Fritti en la búsqueda de su amiga Pata Suave a través de las páginas de La canción de Cazarrabo. Sin embargo, el que escribe esto ahora está pensando en Añoranzas y pesares, en la magia, en las estrellas, en el entusiasmo, en el compromiso y en el feminismo. Todo junto y desbordado en las calles de Avilés cada verano, haciendo las distancias mínimas entre los miembros de una enorme comunidad de lectores que, con rigor familiar, se da cita allí para convertir el municipio asturiano en capital de la literatura española, aunque sea por unos días y de año en año.
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[…] y la lucha por consolidarla. El Celsius ha estado ahí siempre; a ver, ya no se nos puede olvidar aquella foto de todas las autoras en la escalinata. ¿Crees que el Celsius ha sido reflejo de esta apertura global pero también de esta guerra […]
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