Si no me equivoco, el 10 de enero me estrené en el blog con esta entrada: «El humor en la literatura. Una cuestión muy seria». Desde entonces, no he vuelto a tocar el tema, y eso que la literatura humorística es, de largo, mi rollo. El motivo es que me parece extremadamente difícil (por no decir casi imposible) intentar enseñar a alguien cómo escribir y ser gracioso. Sin embargo, tras darle muchas vueltas al asunto, sí que he logrado reunir cuatro herramientas muy sencillas para generar comedia. ¡Adelante con la tontuna!
La regla del tres
Hay algo primario en la regla del tres. Esta sucesión nos recuerda a la clásica estructura de planteamiento-nudo-desenlace. El lector está acostumbrado a ella y la asimila de forma inconsciente. Así pues, la clave de esta herramienta es que los dos primeros elementos de la estructura tengan una lógica repetitiva y el tercero haga que salte por los aires. Esta técnica se basa en subvertir las expectativas del lector (lo cual es muy aplicable a la comedia en general) y juega con el factor sorpresa. Funciona de la siguiente manera:
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Introducción. El primer elemento presenta el tema.
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Validación. El segundo valida el tema anterior y genera una secuencia lógica.
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Ruptura. El tercero rompe tanto la secuencia como las expectativas.
Ejemplos de esto hay miles, ya que la regla del tres se usa hasta el hartazgo en los chistes o en la stand-up comedy (‘comedia en vivo’). Supongo que el que le puso el título a la película Orgullo, prejuicio y zombis lo hizo con esta técnica tan famosa en mente.
Además, la regla del tres tiene una serie de variantes. Vamos a verlas.
La regla del tres ascendente
En este caso, la progresión lógica va en aumento. El primer elemento es previsible con lo que se esté tratando en ese momento en la novela; el segundo sigue la línea, pero eleva un poco el nivel de tontuna; y el remate destruye la lógica llevando la chorradez a niveles estratosféricos.
La regla del tres + uno
Aquí la secuencia lógica de tres se mantiene con normalidad. Las expectativas se cumplen, no hay nada raro… sin embargo, tras el A, B y C, añadimos otro elemento inesperado a la secuencia. Esta cuarta pieza tiene que subir el nivel de comicidad muy arriba, ¡arribísima!, ya que, de lo contrario, el chiste quedará descafeinado y será anticlimático.
Yuxtaposición humorística
Esta herramienta se basa en unir dos conceptos que sueltos no son graciosos ni tienen mucha relación. Sin embargo, al unirlos, de pronto adquieren una dimensión chorrofantástica. Normalmente, esto funciona de coña cuanto más lejos se encuentren los dos elementos que pretendemos unir. Personalmente, no soy fan de llevar esta técnica al extremo, pero es cuestión de gustos. Veamos un ejemplo sencillo y comentemos algunos matices.
Primer elemento: héroe duro arquetípico de película. No sé, ¿Bruce Willis? Supongamos que este personaje necesita un acompañante. Hasta aquí todo normal. Sería aburrido, incluso. Sin embargo, resulta que el segundo elemento es su abuela. Ninguna idea es graciosa por separado, sin embargo, si las juntamos, la cosa cambia.
Algo muy importante que querría comentar sobre esta herramienta es que no hace a los personajes divertidos, sino que influye en el contexto y las situaciones que se generan alrededor de la mezcla. Este recurso se ha usado hasta la saciedad y es porque suele funcionar muy bien. Genera contraste, salidas de la zona de confort de los personajes, nos da pie a generar escenas disparatadas… La recomiendo para construir situaciones más que para hacer juegos de palabras o ponerse bonito con el estilo.
La regla de cuatro
Esta es una variante muy sencilla: en vez de unir dos elementos que no deberían casar para nada, lo hacemos con dos parejas de ideas interrelacionadas. Al contrario que con la yuxtaposición humorística, esta variante creo que funciona mejor a la hora de ponerse creativo con el lenguaje y el estilo que para construir historias y crear escenas.
La repetición de las ideas y anticipación
No tengo muy claro el motivo, pero los eventos que ocurren de forma reiterada acaban volviéndose hilarantes, permitiéndonos generar una escalada de absurdo. Un ejemplo de esto ocurre en el anime Great Teacher Onizuka (¡Cómo me gustaba esa serie!). Uno de los secundarios estaba obsesionado con su coche. Bien, pues tenía tan mala suerte que, cada vez que aparecía el vehículo en pantalla, este acababa hecho pedazos. Al principio los accidentes del coche eran medio coherentes, pero, poco a poco, las situaciones para que el pobre Cresta acabara hecho chatarra eran cada vez más absurdas. La magia está en que el lector, gracias a la anticipación y la repetición, acaba dando por buena cualquier burrada que le ocurra a ese elemento que aparece una y otra vez, por muy loco que sea. Es más, si llegado el momento no cumpliéramos con la expectativa de continuar con el chiste, el lector/espectador acabaría sintiéndose algo decepcionado.
Esta herramienta nos permite poner en papel situaciones cada vez más hilarantes sin romper la verosimilitud para el lector, pero, ojo, el proceso ha de ser progresivo. Ah, y también nos permite hacer una especie de clímax en la historia donde esta escalada se resuelva de un modo u otro; por ejemplo, rompiendo el chiste al final y subvirtiendo las expectativas.
¡Los insultos!
Al principio, me resistía a hablar de ello, pero no puedo negar que las descalificaciones, bien usadas, son graciosas. Las interjecciones, ironías, ofensas pueden llegar a ser muuuuuy divertidas. No tenemos que limitarnos a las ofensas directas, ¡podemos ser creativos! («Eres tan feo que podrías estar en un museo de arte moderno», de La chaqueta metálica).
Si queréis ejemplos de insultos muy ingeniosos y que no resultan ofensivos, os recomiendo que leáis, ehhhh…, cualquier cosa de Terry Pratchett. Hacedlo. Ya.
El tema de los insultos también se puede aplicar a los personajes. Un personaje malhablado tiene un punto extra para ser gracioso. Obviamente, esta característica no puede ser lo único que lo defina. Necesitamos trabajarlo para que no nos quede un cliché o un personaje plano (Esto es lo que intenté hacer con la boticaria en Grumo y Mosquito).
Consideraciones finales
Espero que alguna de estas cuatro herramientas os sirva. Como siempre digo, el humor es un género/tono/loquesea extremadamente subjetivo. Jamás le vas a hacer gracia a todos los lectores por muy buenos que sean tus chistes o las situaciones que plantees. Jamás. Yo creo que lo importante con la comedia es saber acotar tu estilo y voz, y nunca caer en el ridículo o en el chiste fácil. ¡Quién sabe, quizá más adelante me anime e indague en este tema tan delicado con mayor profundidad! Hasta entonces, nos leemos.
Gracias. Estoy armando un show de stand-up para mi personaje, y me vino de perlas este post. Por si acaso te apetece echar un ojo a Ruby del Bra (el personaje en cuestión) te dejo su nick en todas las rrss: @rubydelbra
Saludos 😉