El lector, el gran olvidado del sector editorial
“El mundo del libro iberoamericano se ha vuelto a acordar del lector”, así empieza este artículo de El País. Y es que, con todo el problema de la piratería, el descenso en las ventas y el retroceso del sector, los intentos por dinamizar el mundo del libro y el trabajo diario de buscar novelas que publicar, parece que el lector ha sido el gran olvidado de la ecuación. El resultado es una apatía, una distanciación con el consumidor, que lo lleva a minusvalorar el producto que consume, el libro, y eso es, en mi opinión, buena parte del problema. Porque si alguien no valora lo que compra, dejará de comprarlo, pero no significa que deje de consumirlo, y menos si lo tiene tan a mano como a un click en la pantalla de su ordenador.
El fracaso de la política de Fomento de la Lectura
Los gobiernos han desarrollado a lo largo del tiempo diferentes intentos por fomentar la lectura, pero parece que desde hace años la cosa no termina de funcionar. Si visitamos la página del Plan de Fomento de la Lectura, vemos que tienen 6 puntos principales en su propuesta de actuación; distinto es que esos puntos estén realmente bien diseñados.
Uno de ellos es la “Potenciación de la Biblioteca Pública”. En él se trata la construcción, reforma y equipamiento de bibliotecas, su automatización, la adquisición de recursos digitales, etc. Las bibliotecas forman una parte fundamental en el fomento de la lectura. Precisamente por eso se entiende mal la tasa que tendrán que pagar las entidades gestoras por los préstamos bibliotecarios, algo que afectará sin duda a las bibliotecas, y no precisamente para bien.
No trato en este artículo de criticar la política de fomento de la lectura, pero si siguiéramos analizándola punto por punto encontraríamos otras carencias y contradicciones. Es necesario, por tanto, que se realice una campaña de fomento de la lectura efectiva, que acerque al lector al libro; y no solo al libro, sino a todos los elementos del sector editorial: libreros, editores, ilustradores, correctores, agentes literarios, etc.
Las quejas del lector
Las quejas del lector no son demasiadas, en realidad, pero sí son profundas: precio, calidad del producto y dificultad para encontrar el libro.
Precio:
En realidad, esto es consecuencia del alejamiento del lector y su producto, como veíamos antes. Cada uno considera caro o barato un producto dependiendo del aprecio que le tenga. Millones de usuarios hace cola para comprar el último Iphone por 700€ sin que les parezca caro. O la última Playstation. Millones de jóvenes hicieron cola en una situación sin precedentes para comprar los últimos libros de Harry Potter. ¿Y es que los de Harry Potter eran más baratos que el resto? No. Simplemente, el lector los esperaba con ansiedad, valoraba el producto. Así pues, es necesario recuperar el aprecio del lector por el objeto físico, y por eso la importancia de incluir ese tema en el Plan de Fomento del Libro.
Pero, además, algunos factores no ayudan, en especial en el libro digital. El lector es incapaz de comprender cómo un objeto que no necesita impresión, ni almacenamiento (el coste del almacenamiento digital es muy inferior al del almacén de libros en papel), ni gastos de distribución, a veces sale a venta por precios prácticamente iguales a los del libro impreso. En parte se debe al hachazo del 21% de iva con el que se gravan los contenidos digitales y contra lo que la editorial no puede hacer nada. Pero es necesario que las editoriales recapaciten sobre este tema. No se trata aquí de evitar la piratería (se piratean libros que incluso se venden a 1€ o menos), sino de hacer felices, de cuidar a tu cliente real: el lector que todos los meses compra uno o más libros.
Calidad del producto:
Ya hablábamos aquí de las quejas en ese sentido por parte de los lectores. Esas quejas van a más, y un cliente insatisfecho es un cliente que no repite. De modo que, en este caso sí, las editoriales deben hacer un esfuerzo por cuidar su producto si quieren fidelizar al lector, no les queda otro remedio.
Dificultad para encontrar el libro:
Esto es lo más sorprendente de todo. Hace unos días hablaba con mi agente y le decía que no soy capaz de entender cómo las editoriales no explotan las posibilidades de venta que hace posible el formato digital. No entiendo que Amazon sea el gran proveedor de libros digitales en lugar de la propia editorial.
Las políticas antipiratería, además, en muchas ocasiones terminan exasperando al lector. Hace unos meses compré en Google Play un libro que necesitaba como parte de la documentación para una novela en la que trabajo, y tuve que dedicar toda una tarde de domingo para poder descargar el libro que había comprado legalmente, teniendo que instalar para ello diversos programas. Mientras hacía todo eso, en la pantalla del ordenador aparecían enlaces directos para descargar de forma ilegal ese mismo libro con un solo click de mi ratón.
Conclusión:
El lector se ha cansado. Esto es una realidad. Se ha cansado de un mercado opaco y en el que encuentra más dificultades que facilidades. Y una industria no puede permanecer en guerra permanente con el consumidor de su producto si quiere sobrevivir. Toca bajar al barro y volver a ilusionar al lector.
La gran pregunta es cómo hacerlo.
Qué bien me conozco eso de las dificultades. El otro día me descargué un ebook de La casa libro. Elegí comprarlo ahí porque en Amazon, que yo sepa, solo se descarga para kindle. No tengo kindle, ni ganas de gastarme el dinero en uno, y tampoco tengo afición de leer en el pc porque ya me paso suficientes horas delante de la pantalla. Además dicho libro no está en papel y a veces prefiero compraren digital por ahorrar dinero. Así que elegí el pdf de La casa del libro para mi ereader. Pues bien, conseguí pasar el ebook a mi pc con un programa de adobe pero no hubo narices de pasarlo a mi ereader. Y no me considero torpe con la informática, así que no me quiero imaginar quien no esté muy familiarizado con ella. Luego resulta que hay páginas que de un solo clic te descargas el pdf y con otro clic lo metes en el e-reader. Pero claro, es pirata. Total, que si nos dan más facilidades para conseguir algo pirateado que comprado, al final es difícil resistirse a la tentación.
Por desgracia, así es. A veces, en un intento de impedir la piratería, lo que se hace es perder lectores. Ya pasó con el DRM.
Yo tiraría más bien por que el lector, el lector medio, el que compra libros de verdad, aunque solo sean dos al año -y uno para regalar- se la trae flojisima todo el mundo editorial, lo que le rodea y los lloros desgarrados de autores aquejados de soberbia crónica. Las bibliotecas se deberían cerrar como tales y reinventarlas en centros cívicos (que no solo culturales) por una sencilla razón: El coste por pagina leída es brutal comparado con el coste del libro de los que los leen. Para ponerlo claro: cuesta menos regalar los libros «alquilados» que mantener toda una infraestructura, muy chuli pero ineficaz y cara. Cara para todos. Por que se pagan con impuestos. De los que leemos y de los que no.¿Calidad? y ¿cuál es el criterio? ¿El de los gafapastas que no llegan ni a ser una minoría? como mucho una nanominoria. La calidad que pide el lector común, el mayoritario, es la típica del word: si no sale algo en rojo el texto va a misa. Lo demás, pamplinas para lectores hardcore (que también son minoría).Las editoriales hacen lo que deben hacer como negocio, que es lo que son ¡leches! a ver si lo asumimos. Hay estadísticas y estas dicen que si publicas 30 libros uno funciona tan bien que paga los treinta y deja dinero, pues a publicar de treinta en treinta. Y el resto, literatura.Y es lo que hay. Lo asumes o no. Pero es lo que hay.
¿Le importa poco el mundo editorial? Desde luego. ¿Le importa poco la calidad del producto que compra y la relación calidad-precio? Desde luego que no.Solo hace falta echar un vistazo a blogs de lectores para darse cuenta; otra cosa es que se quiera ver o no.Y, desde luego, las editoriales son un negocio que está ahí para ganar dinero. Como todo negocio que se precie.
Un lector con un blog no es el lector típico y tópico. Como mínimo hardcore. Y aun siendo bastantes, son pocos comparados con el numero total de compradores de libros (que luego de comprarlo se los lean es otro debate que da para mucho).Y ¿a que nos referimos con calidad? ¿Al insufrible Ulises de Joyce? O ¿a qué?¿Calidad/precio? dejémoslo en precio. Bueno si tapa dura es calidad ok. Pero creo que por calidad te referías a otra cosa que la consistencia de la portada y contraportada (y el lomo). Pues esa es la diferencia que aprecia el lector normal, el que junto a otros millones compran millones de libros entre todos; a uno o dos por cabeza.Nos hemos creído nuestras propias mentiras para dar lustre a juntar letras y contar historias.
Creo que menosprecias al lector medio, la verdad. Por calidad me refiero a calidad del producto, no a calidad del texto (que sea mejor o peor literariamente hablando). Un cliente, cuando compra un producto, espera que este esté bien acabado, trabajado y cuidado. A eso me refiero.
No no, no es mi intención menospreciarlo, al contrario, intento ponerlo en valor. Que cuando usemos esa expresión nos refiramos al lector medio de verdad, el que dicen las estadísticas que constituye lo gordo de los consumidores de libros. Que casi siempre tendemos a pensar que la normalidad es lo nuestro y eso pasa pocas veces.Respecto a la calidad, entonces me dices que es una cuestión de la relación entre el valor percibido y el precio. Que si la cubierta es de oro entonces se paga mucho más. Por esta razón el valor añadido que percibe el comprador debería repercutir en el precio. Hummmm, lo mismo es que el comprador de libro lo percibe pero desde una perspectiva distinta: por ejemplo que el autor sea una celebrity, incluso un famosete, puede ser un factor de valor añadido para él -pese al espanto que a los «buenos» juntaletras nos pueda ocasionar-.
¿Dudas que sea así? Ya pasó con el último de Martin, por ejemplo.
Ojo con caer en el típico problema del mundo editorial, el ver temas de mercado con ojo de literato, Tadeus tiene un punto que es bastante verdad, el público grueso de la venta de libros es el lector ocasional simple, el tipo que quizás ni siquiera lee, pero compra libros, es alguien que lee poco, busca un precio razonable y no ve el libro como objeto pasional, sino meramente funcional.Ese cliente está buscando ciertas características obvias:Calidad: que el libro no se deshaga, la calidad va en relación al uso, el libro lo leerá (o regalara), será leído una vez y luego languidecerá en un estante, por ello no le interesa que tenga tapa dura y papel de alta calidad, prefiere una buena relación calidad precio.precio: un valor razonable con la percepción que tiene del libro como producto, el lector ocasional no «ama» el libro como objeto, por lo que le interesa que su dinero sea rentable en términos de horas de entretenimiento, no pagara 30 euros por un comic de 12 páginas, ni tampoco 50 por un libro cualquiera aunque tenga 1000 paginas, a menos que tenga razones valederas para hacerlo, en general no pagara mas de 10 euros por un libro (al menos en valores de Chile).valoración social: gran parte de ese público compra el producto por características ajenas, como la pertenencia a un grupo, el valor estético o social, etc, hay libros que solo se compran para decorar la mesa del cafe, o la estantería de la sala de juegos, asumámoslo, solo una parte compra libros para emocionarse leyendo.Facilidad de uso: el libro es mayormente una plataforma de entretenimiento, compite con otras formas de ocio (al menos la ficción), como tal debe responder a facilidades para realizar su función de entretener, un mal formato (ejemplo clásico libros demasiado grandes para leer en el metro) suele ser una razón típica de no compra.Función de entretener: la función del libro mayoritariamente es entretener, un libro por muy bien escrito que este, si no es capaz de entretener al lector ocasional no se venderá, perderá su medio de difusión más efectivo que es la recomendación cercana.El lector acérrimo puede tener importancia para el libro independiente, pero su peso relativo es poco comparado con el público ocasional que es el grueso de las ventas reales, un autor no puede aspirar a tener niveles de venta ni medianamente aceptables para subsistir, si no es capaz de llegar efectivamente al público ocasional, esa es la realidad en todos los mercados, desde los más endebles como Iberoamérica, hasta incluso los más sanos (insisto que como industria debemos aprender siempre de los mercados verdaderamente pujantes como el japonés, no solo los más fáciles de analizar como en el caso de mis compatriotas solo mirar el español)