Antonio Vileya

El uso de anglicismos: resolviendo el puzle

Ortografía y Gramática

Las redes sociales y los medios de comunicación han extendido el uso de anglicismos en nuestra habla y nuestra escritura. Parece que no hablamos desde el mismo siglo si tenemos un crush o un amor platónico. Tampoco meriendas igual con un cupcake y una cookie que con una magdalena y una galleta. Y, por supuesto, tampoco parece que vayas a sudar igual haciendo footing que con el gerundio corriendo. Todos los idiomas —desde hace siglos— se enriquecen con aportaciones léxicas de otras lenguas. Así que los extranjerismos no son rechazables en sí mismos.Si miramos en el DPD qué prescribe la RAE sobre extranjerismos, vemos que los divide en dos grandes grupos: aquellos que son superfluos o innecesarios y aquellos que son necesarios o están muy extendidos. En los primeros, señala ejemplos como abstract (en español, resumen, extracto), back-up (copia de seguridad), consulting (consultora o consultoría). Mientras, para los necesarios o extendidos, ofrece dos criterios para su correcta escritura: mantenimiento de la grafía y pronunciación originarias (ballet, blues, jazz o software) o la adaptación de la pronunciación o de la grafía originarias (pronunciar [airbág] y no [érbag] cuando nos topemos con airbag; escribir pádel y no paddle; chucrut y no choucroute, etc.).Todo esto parece sencillo de asimilar. Sin embargo, el uso de anglicismos nos pone en aprietos a diario: ¿inferencial o deductivo?, ¿raptar o abducir?, ¿logo o logotipo?, ¿complementar o suplementar?, ¿teorización o especulación teórica? ¿constructo o concepto? Algunas de estas palabras están ya de pleno recogidas por algunos diccionarios gracias al uso de los hablantes. Pero eso no quiere decir que sean las más recomendables. Veamos algunos casos.

Anglicismos aceptados y desaconsejables

La Academia ha aceptado en los últimos años el uso de anglicismos que se han popularizado: confort, contraceptivo, puzle, prerrequisito, prevalencia, ratio y testar. No obstante, si examinamos con lupa cada caso, podemos encontrar motivos para desaconsejar su uso en según qué circunstancias.Confort quizás sea la más evitable de todas ellas. Tiene una estructura silábica que procede con claridad del inglés o del francés (dos consonantes consecutivas en posición de coda). Por no hablar de que es un sinónimo exacto de comodidad. Contraceptivo es de los anglicismos más raros que podemos encontrar en el diccionario de la RAE. Cuando se incluyó, ya estaban recogidas anticonceptivo y contraconceptivo. El motivo del uso de anglicismos como este se encuentra en la frecuencia con que aparecen en las malas traducciones: «contraceptive».Puzle tiene una estructura silábica absolutamente inglesa con la «-z-» a final de sílaba. Por lo tanto, sigue resultando más natural usar rompecabezas en su lugar. Prerrequisito es un calco del inglés «prerequisite», aceptado como «requisito previo». Pero requisito ya implica la noción de «condición previa», así que parece innecesario y redundante. En cuanto a prevalencia, si bien es útil usado como «la acción de tener superioridad o ventaja», se suele ver más usado como una traducción del inglés «prevalence», que significa «mayor abundancia». Así que parece más adecuado traducir «prevalence» como predominio: así se conserva el sentido de prevalecer y se le añade el de «ser más abundante», además.En cuanto a ratio, a pesar de ser calificada como latinismo, sigue siendo un simple anglicismo. El término latino ratio evolucionó en español a razón, que es, precisamente uno de los significados de «rate» en inglés. En cuanto a testar, es admisible usarlo cuando puede significar «someter a test». Pero no hay motivos que justifiquen su uso como sinónimo de comprobar o controlar.

No confíes en él: es un «falso amigo»

¿Quién no odia a los hipócritas y falsos amigos? Este es uno de los problemas más vergonzosos en el uso de anglicismos. El uso de términos ingleses de origen latino cuya significación difiere total o parcialmente de la castellana pero que, dada su semejanza formal, los traductores suelen traducir por su símil castellano, recibe el nombre de «falso amigo». Esta plaga llega a unos límites en que los mismos diccionarios bilingües cometen errores garrafales. La lista de estos elementos es extensísima.Por ejemplo, masivo (de «massive») a veces se toma como sinónimo de voluminoso, macizoo enorme. Sin embargo, significa que algo es relativo o se aplica en gran cantidad. Así, en la oración «la masiva ola arrasó la costa», deberíamos decir «la enorme ola». Otro falso amigo que encontramos en muchas traducciones tiene motivos religiosos. «Sanctuary» se traduce como santuario cuando debería ser refugio (su primer significado en inglés).Para combatir a los falsos amigos (y echarlos de nuestras vidas para siempre) es importante revisar las definiciones de los diccionarios. Es la única forma de dejar de cometer incorrecciones semánticas como el uso de bizarro por extraño o raro.

El uso de anglicismos: aparecen hasta en la morfología

El uso de anglicismos sacude incluso los cimientos de nuestra lengua. Se ha extendido en los últimos años la desafortunada costumbre de formar adjetivos añadiendo «-al». Esta construcción es inexistente en español. El inglés forma los adjetivos «situational», «procedural», «attitudinal», etc., que vienen de «situation», «procedure», «attitude», etc. Y los traductores han copiado este mecanismo, creando palabras como «situacional», «procedimental», «actitudinal»…Lo realmente peligroso de esto es que el mecanismo ya trasciende la traducción de términos ingleses. Así, venimos encontrándonos con palabras como poblacional, estatural, muestral…De nuevo, convendría tener un buen diccionario a mano para vigilar que nuestro adjetivo terminado en «-al» ha sido ya aceptado de pleno por alguna autoridad lingüística.A pesar de todo, soy de los que piensan que estamos tardando en importar anglicismos muy necesarios. Uno que sería realmente de utilidad para estos días es el novedoso «covidiot».Hasta la fecha, este término tiene dos acepciones. Podemos leer en la primera acepción lo siguiente: «persona estúpida que obstinadamente ignora el protocolo de “distanciamiento social”, ayudando a difundir aún más el COVID-19». Y en la segunda aparece: «persona estúpida que atesora los comestibles, propaga innecesariamente los miedos de COVID-19 y priva a los demás de suministros vitales». ¡Así que, ya sabes, durante este confinamiento no seas covidiota y sigue en casa leyendo más artículos de Caja de Letras!

Antonio Vileya

Antonio M. Vileya Pérez (Sevilla, 1992) es filólogo hispánico y presta servicios editoriales a entidades de diversa naturaleza. Su vocación divulgadora lo ha llevado a formar parte del comité organizador del Encuentro de Literatura Fantástica de Dos Hermanas y ser miembro activo de la asociación cultural Bibliofórum. Ha impartido cursos monográficos sobre fantasía, ciencia ficción, terror y novela negra en la Universidad de Sevilla.

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