Cuando estudiamos poesía en el colegio, nos hablan de las famosas figuras retóricas, esos recursos estilísticos, tanto a nivel de forma como de significado, que son propios de la poesía. De todas las que nos muestran, apenas alcanzamos a retener pasado el tiempo, con suerte, la metáfora y la metonimia. Pero existen muchas más y, aunque son más frecuentes en el lenguaje poético, también podemos encontrarlas, en más de una ocasión, en textos narrativos en prosa.
Hoy quiero hablaros de algunas de las menos conocidas. Tienen nombres extraños, sí, y algunas suenan más a achaque reumatoide que a recurso estilístico, pero no os asustéis, porque seguro que cuando sepáis en qué consisten os viene algún ejemplo a la mente. ¡Arrancamos!
Aposiopesis
La aposiopesis es esa interrupción que se hace en el poema con un silencio que se marca con unos puntos suspensivos. Este recurso hay que dosificarlo bien porque, como de todo en la vida, lo mucho cansa…
A veces la hostia
nos la damos simplemente
por no querer abrir los ojos.
Porque mira que hay
precipicios claros…
o vuelos
que merecen demasiado la pena.
Patricia Benito, «Altos vuelos», Primero de poeta.
Calambur
Esta figura retórica de nombre tan curioso, consiste en un juego de voces que se basa en la repetición de un significante dos veces, pero una de ellas está formada por la unión fónica de dos o más palabras. Vamos, que sonando igual, no es lo mismo.
¿El tiempo todo lo cura
o locura todo el tiempo?
Cristina Ruiz Gallardo, @lucesdemadrugada
Y tahúres muy desnudos
con dados ganan condados.
Góngora, «Dineros son calidad», Obras completas, p.320.
Complexión
La complexión consiste en empezar y acabar un verso con la misma palabra, y repetir este recurso varias veces a lo largo del poema.
Fuera menos penado si no fuera
nardo tu tez para mi vista, nardo,
cardo tu piel para mi tacto, cardo,
tuera tu voz para mi oído, tuera.
Miguel Hernández, El rayo que no cesa.
Deprecación
La deprecación es un ruego o una súplica que se le hace a un personaje dentro del poema.
Hermosas ninfas, que en el río metidas,
contentas habitáis en las moradas (…)
dejad un rato la labor, alzando
vuestras rubias cabezas a mirarme.
Garcilaso de la Vega, Obras completas.
Dilogía
La dilogía es una figura retórica que consiste en el uso de una palabra en dos de sus significados dentro de un mismo verso.
Cruzados hacen cruzados,
escudos pintan escudos.
Góngora, «Dineros son calidad».
Geminación
La geminación es la repetición de una palabra o un grupo de palabras, de forma consecutiva, dentro de un mismo verso.
Caí, caí, como un avión de guerra
ardiendo entre sus alas renacidas.
Helas aquí, hincadas en la tierra.
Blas de Otero, «Tierra firme», Ancia.
Imprecación
La imprecación es una figura retórica con la que se manifiesta el deseo de que alguien reciba mal o daño, vamos, una maldición en toda regla.
Si al cielo ya no es menos poderoso,
porque no del los tuyos más enojos,
rayos, como a tu hijo, te den muerte.
Góngora, «Ya besando unas manos cristalinas», Obras completas.
Metagoge
Con esta denominación tan engolada, la metagoge es la atribución de sensaciones y acciones humanas a cosas inanimadas e incorpóreas.
La madrugada
me susurra tu nombre al oído
para asegurarse
de que todos mis sueños
sean para ti.
Cristina Ruiz Gallardo @lucesdemadrugrada
Retruécano
El retruécano consiste en contraponer dos frases que tienen las mismas palabras, pero distinta función gramatical.
Acuérdate que no se hizo la república por el rey, mas el rey por la república.
Alfonso de Valdés, Diálogo de Mercurio y Carón.
Que igual se vive,
pero no se vive igual.
David Bisbal, «La necesidad», En tus planes
Similicadencia
Con este nombre tan sencillo se conoce a la figura retórica que consiste en utilizar los fonemas finales de un verso dentro de los siguientes, creando así una rima interna que le da ritmo.
Conocí el imposible en el bosquejo;
mas vuestro espejo a vuestra lumbre propia
aseguró el acierto en su reflejo.
Quevedo, «Si quien ha de pintaros ha de veros», Obras completas.
¿Qué os han parecido estas figuras retóricas? ¿Las conocíais? ¿Se os ocurren otros ejemplos?
Como habéis podido ver, el mundo de las figuras retóricas es de lo más variado y completo y, no negaremos que quien le puso esos nombres tenía muchísima imaginación. Si os ha gustado no os perdáis la próxima entrega, porque quedan muchas más por conocer. ¡Hasta pronto!
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