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El futuro de la industria editorial: ¿también es el del escritor?

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El futuro de la industria editorial

La ineficacia de la crítica

Durante varias semanas, dedicamos una serie de entradas en nuestro blog a tratar el tema de las reseñas y la crítica literaria. Alguno de esos artículos fueron especialmente controvertidos y más de un usuario escribió en sus propios blogs artículos rebatiendo nuestras opiniones. Está bien, nos gusta fomentar el debate y es bueno que haya diferentes opiniones.

Sin embargo, hoy volvemos a tratar el tema de la crítica literaria en un sentido concreto: el de la visibilidad que le aporta al libro y al autor.

He contado varias veces que uno de los primeros eventos literarios a los que asistí cuando empecé a tomarme en serio esto de escribir fue la Hispacon que se celebró en Sevilla en el año 2007 . Para mí fue un fin de semana revelador, entre otras cosas porque tuve la ocasión de mantener una larga conversación con un editor. Me dijo que para que un libro se vendiera tenía que disponer de una buena tirada (por aquel entonces comentaba que debía ser de al menos siete mil ejemplares), porque de lo contrario no tendría visibilidad; el lector, la gran masa de lectores, no llegaría a conocer de la existencia de ese libro y, como con cualquier otro producto, no puedes comprar un artículo que desconoces que existe.

Las cosas han cambiado mucho desde entonces, pero esa verdad sigue inmutable: si tu libro no se ve, es imposible que se venda. Y ahí entra de forma directa ya no solo la tirada, sino, en especial, la labor de promoción que se realice de tu obra. Eso pasa, directamente, por la crítica literaria y las reseñas. Y con esto llego por fin al tema que quiero tratar en este artículo.

Hace un par de días leía una entrevista que le hacían a Ignacio Echevarría. Para quien no lo conozca, Ignacio Echevarría trabajó como editor para Círculo de Lectores y desde 1990 se dedica a la crítica literaria. Ha sido abiertamente polémico, denunciando incluso en una carta abierta al Director de El País, periódico en el que publicaba su trabajo como crítico, que dicho periódico practicaba la censura y vulneraba el derecho a la libertad de expresión. Es evidente, teniendo en cuenta su currículum, que Echevarría sabe un poco de crítica literaria. En la entrevista que os comentaba, daba un dato que me pareció especialmente interesante. Decía, literalmente: “Ante la llegada de los medios tecnológicos y las redes sociales, las condiciones de trabajo del crítico literario han tomado un rumbo diferente, donde la típica reseña de los diarios ya es un producto obsoleto.

Los mismos periódicos en su formato de papel están en crisis y en este escenario la crítica está cambiando de lugar. De hecho, en estos momentos la crítica literaria no tiene lugar. Entonces una de las tareas que se nos viene es insertarla dentro de la nueva constelación de medios”.

Viene a decir lo que ya comentábamos nosotros en este artículo en el que asegurábamos que la crítica literaria ya no es válida. Sin embargo, sigue siendo uno de los puntos clave a la hora de promocionar, de dar esa visibilidad tan necesaria a un libro. Esto afecta, directamente, al futuro de la industria editorial.

El autor: en manos editoriales

A pesar de los esfuerzos que pueda hacer el autor por promocionar su trabajo, lo cierto es que su alcance es altamente reducido. Con sus redes sociales (Facebook, twitter, google+, blog…) apenas puede llegar a unos pocos cientos, unos pocos miles los más afortunados, (porque no podemos olvidar que el hecho de que alguien te siga no significa que lea todo lo que pones en tus redes sociales…), y eso se antoja poco si realmente quieres dar visibilidad a tu trabajo. De modo que estamos en manos de las editoriales (por supuesto, no será tu caso si te autopublicas).

El problema es que, hasta ahora, las editoriales no han encontrado ningún camino distinto al de la crítica, con lo que el futuro de la industria editorial parece que, por ahora, es idéntido a su pasado. Y eso a pesar de que el mismo negocio editorial ha cambiado con el paso del tiempo y en la actualidad, desde hace varios años, hay un departamento que ha obtenido un poder impensable tan solo veinte o treinta años atrás: el departamento de marketing y ventas. Mike Shatzkin, autor de The Idea Logical Company, asegura que “Hace cincuenta años, los editores simplemente contrataban los libros y el departamento de ventas los vendía. Hace treinta años, los editores contrataban los libros, pero primero consultaban la opinión del departamento de ventas. Desde hace diez años, el departamento de marketing le dice al editor lo que el público necesita o qué libro quiere sobre un tema determinado o qué nicho hay que llenar”.

Dicho de otro modo: o el departamento de ventas cree en tu libro, o este nace muerto. Ya lo aseguraba Andreu Martín en este vídeo que tuvo mucha fuerza en su momento:

Crecimiento editorial

De manera que el crecimiento del autor dependerá directamente del crecimiento de la editorial con la que publique. ¿Y en qué se deben basar el futuro de la industria editorial para crecer si la crítica ya no es una buera herramienta para la venta de libros?

Según este interesantísimo artículo la clave está en la Tecnología de la Información. Simplificando mucho, la Tecnología de la Información consiste en el uso de ordenadores para almacenar, recuperar, transmitir y manipular datos relativos a un modelo de negocio, basándose en la idea de que el estudio del consumidor muestra el camino a seguir.

La autora del artículo, Arantxa Mellado, traduce un artículo anterior de Thad McIlroy. En el artículo, se mencionan tres fases críticas para que una editorial obtenga resultados gracias a la implementación de la Tecnología de la Información:

  • Crear la infraestructura tecnológica
  • La formación del personal para que analice adecuadamente los datos obtenidos
  • La necesidad de un cambio de paradigma en un negocio con fama de inmovilista, como es el editorial.

Hace unos meses ya surgió una empresa que hasta entonces se dedicaba a ofrecer datos en el mundo de la música que anunciaba que también trabajaría los datos del mundo editorial, aportando datos de ventas, redes sociales, eventos, publicidad, etc. Y no tardaron en llegarle clientes.

No dudo que este sea el camino para las editoriales. Pero me pregunto si será también el camino para los escritores. Tomar las decisiones basándose en estos criterios hará que las nuevas voces lo tengan un poco más difícil, porque, necesariamente, los datos serán más favorables para los autores conocidos. Se perderá esa “intuición” del editor, que estará lastrada por las cifras y los datos.

Tal vez sea la solución para la consecución de buenas cifras de cierre a final de año. Pero, ¿es realmente la solución de futuro para la industria editorial? ¿Puede la industria editorial permitirse el lujo de prescindir de la búsqueda de nuevas voces?

¿Tú qué opinas?

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