Hablar de Malaz es hablar de la construcción de mundos. Todos los que aporreamos el teclado, aunque sea en nuestros ratos libres (espera, ¿ratos libres? ¿Qué es eso? ¿Se come?), lo sabemos: la tarea de güorbildin siempre es ardua. Que dé un paso al frente aquel al que no se lo parezca. ¿Nadie? Vale, mejor. Imagina ahora lo siguiente y trata de que no te persiga en tus peores pesadillas (¿o debería ser mejores? ¿Una pesadilla es más pesadillesca cuanto mejor es o cuanto peor?). Como os decía, pensad en esto: Malaz; worldbuilding; 4 manos. O, dicho de otra manera, estos dos meses vamos a hablar de Malaz y la construcción de mundos a cuatro manos.
Si aún no te tiemblan las piernas, pasa, pasa. Ponte cómodo.
La construcción de mundos: ¿qué demonios es el worldbuilding?
Si empezáramos por el principio (cosa que, la verdad, suele ser bastante útil), deberíamos definir qué es eso del worldbuilding. Me siento tentado a honrar a nuestro querido Erikson y empezar por la mitad y ya, si eso, al final, explicar este asunto de construir mundos. Pero no, resistiré. Quizá me esté ablandando; vamos a explicarlo.
El worldbuilding (o güorbilding) es, literalmente, la construcción de un mundo imaginario, es decir, consiste en definir, entre otros aspectos, la cosmogonía y las bases sociales, religiosas, geográficas, históricas, etc. que rigen el mundo en el que transcurre la historia que se desea contar. Suele estar muy asociado a la fantasía y la ciencia ficción, pero no es exclusivo de estos géneros. Nuestros profes ya se encargaron de hablar sobre esto hace poco en el Edeo. Como bien nos contaron ellos, la construcción de mundos está muy ligada al fantástico, pero no es un árbol en el que ningún otro género tenga prohibido hacer pipi y reclamar su cuota. La novela histórica, por ejemplo, no requiere de la creación del mundo desde cero (el mundo real es lo que tiene: existe); pero sí exige un gran conocimiento del mismo, una labor de documentación tan profunda que se asemeja mucho al worldbuilding.
Como ves, el concepto es amplio y es aplicable a bastantes géneros, subgéneros y suprametagéneros. Vale, eso último me lo he inventado, pero la esencia es la misma.
La construcción de mundos: Malaz y sus raíces en el rol
¿Por dónde empezar a construir un mundo? Cada uno tendrá su sistema, su método infalible y su fórmula de la Coca-Cola, pero en realidad todo es válido. Erikson y Esslemont, por ejemplo, empezaron jugando a rol. Los mundos que ofrecían los juegos de rol de la época se les quedaban pequeños, por lo que cambiaron de sistema, cogieron los ladrillos y el mortero y empezaron a construir. (Sí, si el mes pasado nos disfrazamos de jardineros, hoy vamos a tener que reciclar el mono y vestirnos de albañiles). Este origen rolero, sin embargo, no es el cómo, sino el por qué. Empezaron porque lo que tenían al alcance les sabía a poco. Ahora bien, ¿cómo lo hicieron? ¿Cuál fue su proceso creativo/constructivo?
Atención. Atención. Activen la alarma de la decepción. Atención.
Sí, lamento decepcionarte, pero no lo sé. Eso sí, sí que puedo exponer mis cábalas al respecto.
En esencia hay dos maneras de enfocar el asunto peliagudo del cómo empiezo. ¡Ahí van!
La construcción de mundos: lo general, lo concreto y viceversa
No, tranquilo, no es el nuevo programa de Telecirco. Básicamente hay dos maneras de enfocar el worldbuilding: de lo general a lo concreto o de lo concreto a lo general.
El primer caso implica una cantidad de trabajo inicial bastante importante (tanto más cuanto más vasto y detallado queramos hacer el mundo). Se empieza definiendo, sin entrar en demasiados detalles, la cosmogonía, la geografía, pinceladas de la historia global del mundo, etc. y, una vez que se posee el marco general, se profundiza en los detalles de cada zona, cultura o raza. Este método proporciona mundos más consistentes que el estofado de la abuela, la del pueblo, pero también atrasa bastante la labor de escritura, porque hasta que el mundo no es sólido, no puede sustentar una historia.
El segundo método recorre el camino a la inversa. Al aporreateclados se le ocurre una historia y va, poco a poco, creando el marco necesario para que esta funcione. Tenemos que imaginar la creación de estos mundos como las ondas que se crean en un estanque al tirar una piedra. La piedra es la historia y cada onda representa el nivel de definición del entorno. Conforme el escritor avanza y termina una onda, se aleja más del entorno inmediato de la historia y define aspectos más globales del mundo en el que esta se ubica. Tiene la ventaja de que permite empezar a escribir mucho antes que el primer método, pero la indefinición puede obligar a que el proceso de escritura tenga tantas paradas por problemas técnicos como el Ferrari de Fernando Alonso.
¿Hay alguna mejor que la otra? No. Solo hay alguna mejor para algunos y peor para otros.
La construcción de mundos: mayday tenemos un problema
Para terminar el artículo, que si no se me va a hacer más largo que la espera por Vientos de invierno, vamos a hablar un poco de tres asuntos importantes a evitar durante y después del worldbuilding.
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Infodumping. Qué es y cómo evitarlo, nos lo contó hace unos meses el bueno de Borja aquí en blog, sí, justo ahí. No, ahí no… mira a la derecha. Un poco más. Eso es, justo aquí. Pues bien, ahora que ya has leído de qué iba el tema del infodumping, te habrá quedado clarísimo por qué hay que evitarlo. Está bien. Te entiendo. Te has pegado meses con el worldbuilding (¿meses? ¡No! ¡Años! ¡Llevo años!) pero, créeme, el lector no tiene la culpa de eso. No le bombardees con toda la información que tanto te ha costado construir. Si es importante para la historia, ponlo, si no, guárdalo para tu blog personal y tu onanismo intelectual.
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Procrastinación. Sí. Ya tardaba en salir, lo sé. No son pocos los escritores que usan el worldbuilding como EXCUSA SUPREMA para evitar ponerse a escribir. No es suficiente todavía, dicen. Necesito pulir el período histórico entre An’divar IV y Lor’tar-kanh XII para que TODO TENGA SENTIDO, aseguran sin rubor. No digo que no haya casos en los que sea cierto pero, para comenzar a escribir, muy pocas veces es imperativo conocer el nombre de los veintidós nietos del tercer rey de esa remota isla que aparecerá en la quinta novela de la saga, ¿no?
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El papá/la mamá orgulloso/a. Lo confieso, lo he llamado así porque autofellatio me parecía un poco hardcore. Este problema está relacionado con el infodumping. Es más, se podría decir que es un tipo de infodumping. Mientras que aquel puede ser consecuencia de falta de experiencia o de desconocimiento, el caso del papá orgulloso es, si acaso, más grave. No se sustenta en la inexperiencia o la ignorancia, sino en el “como lo he creado y es mi libro, ahora te vas a zampar esta explicación de cinco páginas sobre el clima en las Montañas Turbias. PORQUE SÍ”. Una vez más. El lector no tiene la culpa de que hayas querido hilar tan fino.
Oye, como que lo vamos dejando por este mes, ¿no? El barco de guerra malazano se ha quedado varado en las orillas del desierto de Otataral. Veremos cómo salen de ahí sin magia.
Próxima parada: Hablaremos del proceso de creación a cuatro manos y de algunas consecuencias que ha tenido en las sagas de Malaz.
Nos vemos por allí.
¡No te olvides de traer cerveza!
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