A la hora de escribir literatura fantástica uno de los tópicos más repetidos y (temidos) es del uso y las reglas de la magia. No es un temor infundado, pocas cosas son capaces de destrozar una historia del modo en el que lo hace un mal uso de la magia. Lo más habitual es usarla como un recurso fácil para resolver cualquier tipo de situación. El uso gratuito y descuidado de la magia puede convertir una gran escena en un momento ridículo e incluso puede hacernos perder la épica o destrozar  la atmósfera que tanto nos hemos esforzado en crear. Pero el hecho de tener “un sistema de uso” o unas “reglas de la magia” no es tampoco una garantía de buen uso.

Las reglas de la magia de Sanderson

Brandon Sanderson, autor de sagas como “Nacidos de la bruma” o “Archivo de las Tormentas” está actualmente en boca de todos los autores y lectores de literatura fantástica. Sus artículos sobre el uso de la magia deberían ser lectura obligatoria para cualquiera que tenga un mínimo de interés en escribir literatura fantástica. Sin duda Sanderson explica de modo magistral su análisis del uso y las reglas de la magia de un modo coherente y, no contento con eso, también explica cómo hacer que la magia encaje en cualquier tipo de historia. Aunque esto tiene un problema: si aplicas una por una todas sus reglas tu sistema mágico tendrá siempre un peligroso tufo a idea cogida de otro. Algo poco original que sigue la estala de un autor de éxito. Crear escuela es algo al alcance de muy pocos, y también lo es adaptar de modo creativo las reglas de otra persona. Para conseguirlo deberíamos ir directamente al corazón de la cuestión.

¿Qué es la magia?

Es una pregunta muy antigua y tiene múltiples respuestas que dependen de nuestras creencias. Una de mis definiciones favoritas es la de Julio Caro Baroja, según él la magia deriva de la «concepción primaria del mundo y de la existencia» que se caracteriza por una visión «dramática” de la Naturaleza, en la que lo divino y lo demoníaco, el orden y el caos, el bien y el mal, se hallan en pugna constante y con una existencia ligada al hombre mismo”. En resumen: la magia forma parte del orden natural, es más, es la forma que tiene el hombre de controlar fuerzas que de otro modo estarían fuera de su alcance. Y esas fuerzas se controlan con magias tan diversas y estrictas como la magia chamánica, la alquimia o la cábala. Por eso Sanderson diferencia entre magia blanda (en la que apenas se explica su uso) o magia dura (que debe cumplir unas reglas de la magia muy específicas)

¿Entonces en qué quedamos? La magia en la literatura: realismo, verosimilitud y atmósfera

Ante todo somos escritores y queremos contar una historia. Esa debería ser la única regla realmente sagrada para nosotros. Lo importante es usar la magia como un recurso integrado en nuestra historia, que tenga sentido y que, pese a su naturaleza sobrenatural, sea creíble y el lector pueda aceptar su existencia. No se trata tanto de que tenga reglas como que tenga sentido y dos importantes limitaciones: la de la lógica interna y la verosimilitud (el sentido común no lo menciono, imagino que lo damos por sentado). Si quieres que en tu historia la magia tenga un aura de misterio y sea un elemento maravilloso que no puede explicarse, adelante, es algo tan válido como dar elaboradas explicaciones: siempre que el lector SEPA DE LO QUE ESTÁS HABLANDO  y pueda participar de lo que se le cuenta sin pensar que el autor está usando un truco fácil para tapar agujeros en la trama, siempre que no haya un abuso que llegue a aburrir o que las explicaciones sean tan complicadas que no haya modo de entender lo que se lee.

Párate a pensar

Si la magia va a formar parte importante de tu historia merece la pena que le dediques algo de tiempo antes de empezar para decidir qué papel le vas a dar, cómo pretendes utilizarla y cómo encajarla de modo coherente en las tramas. Puedes documentarte, o crear tu sistema desde cero. Lo realmente importante es que no te quede ninguna duda cuando, por fin, te sientes a escribir.