Libro del mes: Zalacaín el Aventurero.
Elegir entre la extensa obra de Pio Baroja no es fácil. Así que me he dejado llevar por la nostalgia y he elegido “Zalacaín el Aventurero” por ser la primera obra del autor que cayó en mis manos hace ya unos años. Vale, bastantes, lo reconozco.
Sinopsis
Pio Baroja nos muestra en esta novela a un joven Zalacaín enérgico y hambriento de aventuras que, a través de sus viajes por las tierras del País Vasco, las vive sin más ideología que la de tener experiencias que satisfagan sus ansias de aventura y amor al peligro en una sociedad inmersa en las guerras carlistas.
La novela
“Zalacaín el Aventurero” fue publicada en 1909 y forma parte de la trilogía que el autor denominó “Tierra Vasca”, compuesta por dos más: “La Casa de Aizgorri”, su primera novela, escrita en 1900, y “La leyenda de Juan Alzate”, de 1922.
Aunque en principio no lo parezca, Pio Baroja refleja en su obra, y en esta novela también, la realidad de la sociedad que le envuelve con personajes variopintos pero cargados de una desidia pesimista tomada de Schopenhauer, los menos, y otros de una vitalidad desbordante que a través de la redención, como predica Nietszche, se convierten en aventureros. Como el Zalacaín de la novela.
“Zalacaín el aventurero” podría ser divida en tres partes diferenciadas. Una primera donde Baroja nos describe a un muchacho inquieto y múltiples anécdotas para que conozcamos al personaje principal de la historia; una segunda parte donde las aventuras y correrías de Zalacaín nos llevan de la mano a través de la tercera guerra carlista, siempre sin dejar de lado ese lado pícaro que caracteriza a nuestra literatura de época; y una tercera donde el ritmo de la acción baja hasta la inacción y el resentimiento de Zalacaín cayendo en el señoritismo.
A mi he de reconocer que otro personaje que me llama la atención es el de Tellagorri. Pio Baroja lo describe así:
“Tellagorri, tío-abuelo de Martín, hermano de la madre de su padre, era un hombre flaco, de nariz enorme y ganchuda, pelo gris, ojos grises, y la pipa de barro siempre en la boca. Punto fuerte en la taberna de Arcale, tenía allí su centro de operaciones, allí peroraba, discutía y mantenía vivo el odio latente que hay entre los campesinos por el propietario.”
Y lo termina rematando con una frase lapidaria:
«—Cada cual que conserve lo que tenga y que robe lo que pueda —decía. Ésta era la más social de sus teorías, las más insociables se las callaba.»
Tellagorri, carlista convencido, sabía buscarse la vida, y al tomar bajo su tutela a Zalacaín, le incita a todo tipo de pillerías que, disfrazadas de aventura, este realiza con determinación y alegría.
La crítica no trató bien a “Zalacaín el aventurero” al considerarla una obra menor de Baroja, pero este le tiene un cariño especial, quizás porque no deja de ser una descripción de la vida rural de las vascongadas a finales del siglo XIX y porque en el fondo crea a uno de los personajes más acabados de sus tipos característicos: el hombre de acción con convicciones simples pero firmes; valeroso y pícaro y sin dejar de lado una generosa ración de ternura. En fin, una obra donde, a pesar de la acción y la ventura, no deja de ser pesimista en cuanto a la vida y destino humanos que deja totalmente claro al final de la novela… Y no digo más porque haría un “spoiler”.
Pio Baroja utiliza un estilo particular lleno de frases cortas, directas, que algunos escritores de la época critican como falta de estilo pero que dota de una prosa rápida a toda su obra, y esta novela es una muestra del estilo tan particular de autor de la Generación del 98, a la que por cierto él nunca quiso pertenecer.
Zalacaín el aventurero y el cine
Como siempre, sabéis que me gusta relacionar la obra escrita con el cine.
Zalacaín es llevado al cine por Juan de Orduña en 1955.
Como dato curioso decir que el propio Pio Baroja realiza una aparición en la película donde hace una bellísima y detallada descripción del pueblo.
Y hasta aquí el libro del mes. ¿Has leído Zalacaín el Aventurero? ¿Qué te pareció?
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