Licencia para mentir es una antología que fue publicada en el Espacio 17 Musas el pasado día 23 de abril, coincidiendo con el día del libro (y de Sant Jordi) y se puede descargar de forma gratuita desde su web.

Está formada por una selección de textos de las alumnas y alumnos de un taller de poesía impartido el pasado mes de diciembre de 2020 por el poeta Benjamín Prado. Este autor ha sido el encargado de escribir el prólogo que precede a los poemas de Licencia para mentir.

Tres de mis textos han sido elegidos para formar parte de este hermoso libro y hoy quiero hablaros de uno de ellos.

En un poema cada palabra cuenta

Una de las cosas en las que más hincapié hago en mis clases de escritura de poesía, es en que todas y cada una de las palabras que forman un poema han de tener una justificación para estar allí. Así como en prosa se pueden colar uno o dos párrafos, incluso algún capítulo, prescindibles, en un poema no, ya que los versos vacíos, carentes de función, lastran y restan fuerza a la composición poética. Hoy quiero ejemplificároslo a través de este breve texto, el primero de los tres que aparecen en Licencia para mentir, y que formará parte también de mi próximo poemario.

ES MENTIRA

Estamos hechos de lluvia,

de momentos

que nos quedaron pendientes,

de palabras

que no tuvimos el valor de pronunciar,

de sentimientos a destiempo

y de deseo,

primario y prohibido.

 

Y es mentira: el tiempo no lo cura.

Cristina Ruiz Gallardo, Licencia para mentir (antología)

¿QUÉ NOS DICE ESTE POEMA?

En este texto planteo, desde el inicio, una enumeración de algunas características de las que “estamos hechos” los seres humanos. La primera que elijo es la lluvia y lo hago porque, además de que el agua es nuestro elemento principal y necesitamos agua para vivir, tanto para nuestra existencia como para la de la tierra que habitamos, esa lluvia es, a su vez, metáfora del dolor: la lluvia como imagen de la tristeza, del llanto. Así, cada uno de nosotros estamos hechos de aquel dolor que llevamos en el alma, que nos ha marcado y nos ha hecho ser quienes somos.

El siguiente elemento son los momentos. El tiempo es nuestra única riqueza real ya que es limitado y no podemos disponer de más, así que nuestra forma de aprovechar o desperdiciar el tiempo definirá nuestra vida. Con el siguiente verso, encabalgado, especifico de qué momentos hablo: de los que nos quedaron pendientes, de aquellos que no nos atrevimos a vivir, que son siempre de los que nos arrepentimos a lo largo de la vida.

Continúo con las palabras. Estamos hechos de palabras, a fin de cuentas, lo primero fue el verbo, y las palabras conforman nuestros pensamientos, nuestro razonamiento y nuestras relaciones. Pero, ¿cuáles son las palabras sobre las que pongo el foco de atención?: “aquellas que no tuvimos el valor de pronunciar”, las que se nos quedaron en la punta de la lengua, pero que no dijimos por miedo. Enlaza este verso con el anterior. En ambos casos son aquellas acciones que no llevamos a cabo, a pesar de desearlas, las que pesan en nosotros con arrepentimiento.

El siguiente verso nos habla de otro elemento clave: los sentimientos. ¿Qué somos si no puro sentir? En este momento la estructura del poema cambia y ya no se define en dos versos y con una oración introducida por un que, sino que, de forma directa y en un solo verso, defino de qué sentimientos hablo: “sentimientos a destiempo”, sentimientos que llegaron cuando no era el momento, antes o después, pero fuera de lugar.

Finalizo la enumeración con el último de los elementos: el deseo. En esa ocasión lo defino con dos adjetivos: primario y prohibido. Porque el deseo del que hablo en este poema es el del instinto, el inevitable, el que nos atrae como un imán, pero lo uno a prohibido, dándole ese golpe de gracia que cierra todas las opciones a ese deseo. Este verso recoge todos los elementos anteriores de frustración por no haber actuado en el momento que se presentó la oportunidad.

Utilizo, además, dos adjetivos que empiezan por pr-, sonidos fuertes, duros, que rompen con el ritmo y la eufonía del resto del poema. Resultan incómodos, molestos incluso, para el lector, y eso es, lo que busco, incomodar para, a modo de metáfora, señalar lo duro y disonante que nos resultan las cuentas pendientes, las oportunidades perdidas y los momentos no vividos.

CERRANDO EL POEMA

A modo de conclusión, un último verso nos aboca a la más grande de las verdades:

“Y es mentira, el tiempo no lo cura”. No importa cuanto tiempo pase, siempre nos arrepentiremos de aquello que no hicimos.

Como podéis ver, todas y cada una de las palabras que componen este poema, así como la estructura de cada verso y la progresión temática de los elementos escogidos, tienen un sentido y una función clara y definida.

Os invito a leer el resto de textos de Licencia para mentir, esta estupenda antología de poemas, y a que disfrutéis con su gran variedad de voces y versos.

Y si queréis abrirle la puerta la poetisa o al poeta que lleváis dentro, no dudéis en apuntaros a nuestro curso de poesía online. ¡Nos vemos en clase!