Borja Alonso

Los ocho arquetipos cómicos, según Scott Sedita

Disección Literaria

Muy buenas, amigos aporreadores de teclados y lectores varios. En la anterior entrada hablamos sobre cómo escribir un alivio cómico decente. Hoy vamos a profundizar en la laboriosa tarea de crear personajes cómicos. Para ello, nos apoyaremos en los ocho arquetipos cómicos de Scott Sedita. Este librillo es una especie de guía/biblia para los actores y escritores de Hollywood que desean ingresar al mundo de la comedia. Antes de nada, tengo que decir que no estoy de acuerdo con todo lo que indica Scott Sedita en su libro, pues creo que algunas de las herramientas que nos propone están algo desfasadas (o funcionan mejor en el marco televisivo, rollo sitcom). Sin embargo, estos arquetipos sí nos pueden servir de mucha ayuda a la hora de construir buenos personajes cómicos. ¡Vamos allá!

Los ocho arquetipos cómicos, según Scott Sedita

El lógico e inteligente

Este personaje no es cómico por sí mismo, sino por las dinámicas que genera con el resto de personajes; podemos decir que actúa como contrapeso. La función del personaje cómico-lógico es servir de contraste, de punto de cordura en un mundo de locos, pero también de anclaje para el lector que se sumerge en una narración muy pasada de vueltas. Se pueden crear personajes cómicos-lógicos divertidos por sí mismos, por supuesto, y la manera correcta de hacerlo es subvirtiendo las expectativas del lector: nadie se espera un orco de Mordor filósofo o los labradores intelectuales devotos de Faulkner de Amanece que no es poco.

El perdedor encantador

Se trata de un arquetipo muy básico cuya principal característica es que siempre se equivoca, hace las cosas de la peor manera posible y nunca aprende de sus errores. Es un perdedor profesional. Esto, sumado a que tendremos la previsión de no escribirlo con atributos negativos, despertará mucha empatía en los lectores. Además, el perdedor encantador es un tipo de personaje muy proactivo y eso funciona como un tiro. Y, por si fuera poco, sus continuas cagadas siempre están empujando la acción narrativa. No en la dirección en la que el personaje querría, claro. En definitiva, los losers carismáticos son el arquetipo cómico al que más juego le podemos sacar ya que son capaces de sostener el peso protagónico por sí solos.

El neurótico

No necesariamente tiene que ser neurótico como tal, basta con que se trate de un personaje muy nervioso o con muchos conflictos internos contradictorios. (Para bien, “pegados” a una verborrea galopante o una tendencia a analizarlo todo hasta el absurdo). Esto los lleva a tomar decisiones equivocadas y precipitadas que se van rápidamente de las manos. No tenía nada claro el potencial de este arquetipo hasta que me acordé de Chandler en Friends o de George Costanza de Seinfeld.

El tonto o el loco

Este personaje es un generador de problemas andante. Los locos son personajes que siempre se meten en líos, meten en líos a los demás y actúan por impulsos, sin pensar en las consecuencias. Además: ¡siempre dan consejos terribles! Es importante que un loco no se sienta culpable con sus decisiones, pues no hay malicia tras sus intenciones. La diferencia entre el perdedor y el loco es que el primero tiene mala suerte o toma decisiones racionales con falta de datos, mientras que el segundo es el caos viviente. Un loco va a tomar una decisión terrible independientemente de lo obvio que sea el desastre inminente. No analiza, pues sigue una lógica absurda. Es importante añadirle características positivas a un loco para compensar sus desastrosas pifias (sincero, inocente, generoso, etc.), ya que corremos el riesgo de acabar cargando al lector.

El cabronazo

El cabronazo es algo malvado, egoísta y arrastra al resto de personajes a situaciones conflictivas. Y ya sabemos que el conflicto es interesante. También dice las verdades más duras y pone sobre la mesa obviedades que el resto no se atreven a sacar a la luz. No tiene filtros de lo políticamente correcto y antepone sus necesidades a las del resto. Es importante que no se pase de villano, o que no tenga un gran peso protagónico, ya que entonces corremos el riesgo de que arrastre el tono de la historia hacia lugares más oscuros del que nos interesaría como autor. Rachel en Friends es un buen ejemplo de todo esto.

El materialista

Este personaje se explica por sí solo y requiere de la misma mesura que el cabronazo. De nuevo, es un arquetipo que genera comicidad por los conflictos que tiene con el resto de personajes. Son egoístas, materialistas y consumistas. Sabemos perfectamente que se van a meter en problemas o, mejor dicho, se van a meter en problemas a causa de sus ambiciones. Curiosamente, no es raro que tengan una especie de arco de redención en el que, poco a poco, se vayan suavizando sus características negativas. Esto se hace para que el lector no le coja tirria enseguida (también podemos empeorarlo y convertirlo en un antagonista, ojo).

¡El follarín!

El follarín solo piensa en darle a la mandanga día y noche. Esto no quiere decir que vaya a conseguirlo. Vive por y para ligotear, y está dominado por completo por sus «vicios». Se mete en problemas él solo, ya que su vida de por sí es conflictiva. Al principio, pensaba que este tipo de personaje estaba desfasado, sin embargo, me acordé de Barney de HIMYM y de lo duro que pegó en su época. Otro buen ejemplo de este arquetipo creo que es Jaskier en los libros del wichero. Este bardo follarín (no sé a quién me recuerda) estaría bajo seis pies de tierra si no fuera por Geralt, que siempre lo acaba sacando de los múltiples fregados en los que se mete.

El de la vida interior

El introvertido, o “pez fuera del agua” no casa en el contexto de nuestra novela o choca con la normalidad de esta. Sigue su propia lógica, tiende a ser asocial y no actúa como se esperaría de ellos. No tenemos que irnos a personajes excéntricos o extremos para que funcione; realmente, el término “pez fuera del agua” me gusta porque implica coger a un personaje cualquiera y clavarlo en un contexto muy diferente al que está acostumbrado. Esto funciona en todas direcciones, desde el macarra que tiene que vivir con una familia rica de Bel-Air, hasta la maga aristócrata que es destinada, por castigo, a encargarse de la educación de un poblado de trasgos caníbales. La gracia no es tanto que el personaje sea “raro” de por sí (algo totalmente subjetivo), si no que lo parezca en el contexto en el que lo plantamos.

Los arquetipos cómicos, según Scott Sedita

Como se puede ver, estos ocho arquetipos son poco más que cáscaras. Muchos de ellos generan comedia por oposición o adición a otros personajes, y no por sí mismos. Sin embargo, el conflicto es imprescindible si pretendemos generar humor, así que no hay que despreciar el poder de coger a un grupo de personajes muy dispares y darles las riendas de la narración. Lo ideal, creo yo, es usar estos ocho arquetipos como punto de partida e ir modificándolos a nuestro gusto.

¡Y con esto terminamos! Espero que el artículo os ayude a la hora de crear comedia o buenos personajes cómicos.

Seguiremos trabajando en la tontuna, hasta entonces, nos leemos.

Borja Alonso

Borja Alonso Alonso (Remolinos, Zaragoza, 1989) se define como el auténtico fracaso renacentista. Químico, nutricionista, polifriki, cocinero y funcionario. En sus ratos libres escribe en Caja De Letras y Relatosymentiras, y a veces, la gente le lee. Primer premio en Diversidad Literaria (Antología de primavera, 2018), Librería París (Navidad, 2019) y FreakCon de Málaga (Relatos de fantasía, 2020). Autor en las antologías ShowYourRare y #OrgulloZombi. En Julio del 2020 publicó su primera novela corta, «Grumo y Mosquito».

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