¡Hola, hola! ¿Sigues por aquí después de tantos meses? ¡Inesperado! ¡Gozoso! Hoy vamos a hablar de Malaz y el conflicto. Y, no, no me refiero al conflicto de empezar a leer Malaz de una vez por todas.
¡Eso ya deberías estar haciéndolo!
¿Qué es el conflicto y por qué está relacionado con el punto de vista? Si aguantas un poco más, te lo cuento.
Malaz y el conflicto. ¿Qué es eso del conflicto?
El conflicto es, reduciéndolo a la definición más simple, la disputa entre dos o más bandos por lograr el mismo objetivo o por impedir que el contrario lo consiga. Hay casi tantos tipos de conflictos como tipos de novelas, así que en eso no vamos a entrar (y menos cuando los profes lo explicaron todo bien aquí).
Seguro que en algún momento habrás leído eso de que unos buenos personajes pueden salvarte un mal conflicto, pero no al revés. Y es cierto. De hecho, unos personajes no tan buenos también pueden salvarte de ese conflicto regulero que no consigues mejorar. ¿Cómo? Eligiendo bien el punto de vista.
Y por fin hemos llegado a donde quería. Vamos a cerrar el círculo de estos últimos meses hablando del punto de vista y lo importante que es elegirlo bien.
Malaz y el conflicto: la elección del punto de vista
A lo largo de los últimos artículos hemos ido hablando del punto de vista (tipos, características de cada uno de ellos, cuándo y para qué emplearlos…) y de sus implicaciones en distintos aspectos de la narración, como es la recompensa emocional.
Si la correcta elección del punto de vista es clave para lograr una recompensa emocional satisfactoria, no lo es menos para el desarrollo de los conflictos. No solo por la empatía, que es necesaria para que te pegues emocionalmente a un personaje. También por el interés que determinado conflicto puede generar desde según qué perspectivas.
¿Qué es más interesante, contar el conflicto desde el punto de vista del poderoso y vencedor fácil? ¿O desde el del débil, que deberá hacer acopio de fuerzas, ingenio y suerte para derrotar al enemigo? Pues eso.
Malaz y el conflicto: el interés desde la escala de poder
Anomander Rake no tiene punto de vista en Malaz: El Libro de los Caídos. Y no es arbitrario, responde a varias cuestiones. Sabe demasiadas cosas, es un ser muy milenario, mileniarrérimo y… %&$@%$ poderoso. Mucho. ¿Qué gracia tendría asistir a cualquier conflicto desde el punto de vista de uno de los seres más poderosos del mundo? Su simple presencia prácticamente garantiza el éxito. Definitivamente, aunque sea genial, no es una buena elección.
En este sentido es mucho más interesante ver cómo marcha a la batalla Violín a hacer frente a fuerzas sobrenaturales, armado con su ballesta y sus explosivos. Cómo tanto él como los infantes de marina malazanos deben enfrentarse a oponentes que los superan claramente.
Cuando asistes a un conflicto desde la perspectiva del débil temes por lo que pueda sucederle. Esto no quita que el débil nunca pueda vencer al poderoso, sino que su inferioridad le pone en un peligro que mantiene en tensión al lector, muy pendiente de qué le va a pasar al personaje. Esa tensión no existe (o existe en menor medida) cuando esa victoria es segura. También te genera curiosidad por saber cómo X personaje va a ser capaz de superar (o no) ese conflicto, qué se le ocurrirá, o qué sucederá que decante la balanza a su favor. Si el personaje es poderosopoderosísimo estas preguntas no te las haces. Sabes que lo logrará simplemente por la capacidad que tiene, sin tener que discurrir demasiado.
Hay que tener mucho cuidado siempre con el punto de vista que elegimos para cada conflicto de la historia, pues podemos eliminar, sin pretenderlo, la tensión del lector al garantizarle, aunque sea indirectamente, que sus expectativas se van a cumplir.
Malaz y el conflicto: la escala del conflicto
Todos hemos caído presa en alguna ocasión del “y ahora más” en las series o sagas (sobre todo de fantasía y ciencia ficción). Una vez que has visto a los personajes derrotar a un enemigo de determinado poder, si el siguiente no es más poderoso, más difícil de matar, más loqueseaperomás, el lector puede quedarse con la sensación de que estás alargando la historia, o simplemente verse menos atrapado por ella. A fin de cuentas, si ya has derrotado al todopoderoso Imperio de Archimagos, ¿cómo no vas a poder acallar esta revuelta de labriegos independientes, que no tienen apoyo de nadie?
Sin embargo, de nuevo, aquí entra en juego el punto de vista. La historia de la rebelión de los labriegos puede ser trepidante y tener un interés muy superior a las guerras imperiales. Ahora bien, el punto de vista del que se enfrente al imperio no debería ser el mismo que el de quien se enfrenta a los labriegos. ¿Por qué?, te preguntarás.
¡Y Rohan responderá!
Malaz y el conflicto: la relatividad
¿Por qué? Porque la magnitud de un evento, depende de quién tiene que enfrentarse a él. Para la gran mente militar del ejército, la rebelión campesina no es más que una piedra en el zapato. Sin embargo, para un joven oficial que tiene todo por demostrar y que apenas tiene medios a su disposición para acallar las revueltas, puede ser un conflicto interesante.
Saliendo un momento de la fantasía, presentarse a una maratón y terminarla puede ser un conflicto de superación muy interesante para alguien que ha sufrido un accidente de tráfico, pero sería un auténtico tostón si el punto de vista lo tenemos en un personaje que se dedica profesionalmente a correr este tipo de carreras. Las termina siempre, no hay conflicto. Es aburrido.
Y esto es exactamente lo que hacen Erikson y Esslemont en Malaz. Hay varios cientos de puntos de vista diferentes. Algunos participan en los mismos conflictos; otros tienen los suyos propios. Pero todos esos conflictos suponen un desafío para el personaje con punto de vista en cada momento. Y si determinado conflicto no es interesante para determinado personaje, por muy protagonista que sea, este tendrá poco “foco” en ese conflicto. Buscan otro cuya perspectiva pueda ofrecer una visión de ese conflicto mucho más interesante, ya sea por el enfoque moral/ético/filosófico que le pueda aportar ese personaje, como por su capacidad de hacerle frente (estas dos son otras razones por las que hay taaaaaaantos personajes, para qué nos vamos a engañar).
Por resumir, piensa bien en qué personaje pones el punto de vista, pues tiene que ser el de alguien que convierta en interesante el conflicto que quieres contar. Si no, a lo que te arriesgas es a aburrir al lector con una conflicto vacío, pues la clave del interés de todo conflicto es que exista la posibilidad de no terminarlo con éxito.
Bueno, pues con esto terminamos con esta pequeña saga de artículos relacionados con el punto de vista. Puede que algún día vuelva a ello puntualmente.
Veremos.
El barco de guerra malazano se aproxima a las costas genabackeñas.
Próxima parada: El problema de los cuatro inicios en El Libro de los Caídos.
¡No te olvides de traer cerveza!
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