¡Pues yo quiero escribir una saga de fantasía épica medieval!Si estás leyendo este blog, probablemente has pensado esto en algún momento de tu vida. No es de extrañar: el fenómeno cultural que fue El señor de los anillosdio inicio a una tradición literaria que viene copando la sección de “literatura fantástica” en librerías de todo el mundo, con títulos como Canción de hielo y fuego, Añoranzas y pesares, Terramar o, por cita otras más recientes, La corte de los espejos o El archivo de las tormentas.Todas estas historias pertenecen al subgénero que normalmente se denomina fantasía épica. Parten de la novela épica clásica, en el sentido de que cuentan acontecimientos que se expanden ampliamente en el tiempo y el espacio, en los que intervienen una variedad de personajes, y mediante cuyo devenir se deciden los destinos de naciones o incluso de mundos enteros. Cuando a esta base le añadimos un elemento mágico (castillos encantados, espadas mágicas, dragones, hechiceros…) que intenta aproximar la historia a las antiguas tradiciones del folklore y la mitología universal, tenemos la receta perfecta para nuestra saga épica.Viendo cómo está la cosa, no es de extrañar que la fantasía épica se considere uno de los subgéneros más trillados. Si dices que quieres escribir una saga de fantasía épica, probablemente obtendrás miradas de condescendencia, resoplidos de hastío y sugerencias como: “¿por qué no escribes algo más tipo space opera o superhéroes, que es lo que se lleva ahora?”. Como consecuencia, cada vez más escritores intentan desmarcarse de este subgénero porque tienen miedo de ser tildados de “anticuados” o “poco originales”.Curiosamente, el resto del mundo no parece estar de acuerdo: mientras millones de fans de Juego de Tronos se tiran de los pelos esperando la octava temporada, Amazon está preparando sendas series de televisión de El señor de los Anillos y La rueda del tiempo, Netflix quiere adaptar los libros de Geralt de Rivia y ya hay planes para llevar a la gran pantalla la primera parte de El archivo de las tormentas. Hay quien dirá que el cine y la televisión va a la zaga de la literatura, pero yo no lo creo. Estoy convencido de que la fantasía épica es un género que, no solo no está pasado de moda, sino que sigue y seguirá vigente en las décadas por venir. En este artículo voy a daros cuatro argumentos por los que sigue mereciendo la pena escribir fantasía épica en el siglo XXI.
Porque la fantasía épica trata temas atemporales
Aunque la fantasía épica sea un fenómeno reciente, en el fondo no es más que la aglutinación de una serie de elementos (la escala grandiosa, el sentido de la maravilla, la mirada hacia el pasado…) que vienen existiendo en la literatura desde sus orígenes. Podemos encontrar claros precedentes del subgénero en el romanticismo, la epopeya clásica, los cantares de gesta e incluso en la novela histórica.De hecho, en cierto sentido se puede decir que la fantasía épica no es más que una vuelta a los albores de la literatura. No en vano los antiguos mitos de nuestros antepasados han sido y son una de las principales fuentes de inspiración para los autores modernos. El Poema de Gilgamesh, las leyendas de los Tuatha de Danaan, el Ramayana hindú… son obras que forman los cimientos de nuestras tradiciones narrativas actuales. En su Aspectos de la novela, E.M. Foster dice que el novelista conecta con la pasión primitiva por contar historias, con esa emoción de juntarse en torno a un fuego a escuchar un relato y preguntar: “¿y qué pasó después?”. Resulta lógico que los novelistas modernos quieran reconectar con esas emociones a través de historias que se inspiran precisamente en aquellos cuentos primigenios.Lo que atrae de las historias épicas es que te permiten hablar de todos los temas esenciales de la literatura. Cuando cuentas la leyenda de un héroe que viaja en busca de aventuras, en un mundo de magia y espadas, lidera ejércitos en el campo de batalla, o pena por las atenciones de su amante, estás hablando de ideas tan fundamentales como el crecimiento y la madurez, la atracción de lo extraño, la nostalgia por el pasado, el conflicto y el amor; temas que se pueden encontrar en obras de cualquier época y son comunes a todas las culturas. Pretender que estos temas puedan quedarse obsoletos es como decir que la humanidad en sí misma está pasada de moda. Y forman parte de unas raíces que no deberíamos ignorar, lo que me lleva a mi siguiente punto.
Porque es nuestra herencia
La mayoría de las sagas más populares de fantasía épica son obra de autores británicos o norteamericanos, y sus historias, por ende, presentan una concepción del mundo muy anglosajona. Se hacen denominar fantasía medieval, pero lo cierto es que su entendimiento del medievo (y de la Europa antigua en general) la forma en la que estos autores describen sus mundos, las culturas que crean y las organizaciones sociales que adoptan son mayormente heredadas de la Gran Bretaña feudal.Tenemos la mala costumbre de permitir que Estados Unidos dicte las modas, incluso cuando eso suponga despreciar nuestra propia cultura. He oído a no pocos lectores españoles decir que ya no les interesa la fantasía épica medieval (o basada en cualquier época antigua) porque siempre es más de lo mismo. Yo os pregunto, ¿cuántas sagas épicas de fantasía conocéis cuyo escenario principal esté inspirado en la Europa mediterránea? Ninguna de las más conocidas, desde luego, y eso es algo tremendamente triste.Venimos de una de las tierras con más riqueza y diversidad en historia y tradiciones del mundo entero, y creo que es nuestra obligación como escritores revindicar esa riqueza. Si queréis escribir una historia inspirada en el pasado, yo os animo a que lo hagáis sin pensároslo dos veces, porque aún queda muchísimo por explorar. Si George R.R. Martin puede escribir una saga de siete libros basada en la Guerra de las Rosas y los mitos celtas, no veo por qué un escritor español no podría vender una novela que mezcle mitología clásica con, por ejemplo, la guerra entre Roma y Cartago, o las aventuras de Viriato (el cuadro de arriba, expuesto en el Museo del Prado, representa a este importante personaje de la historia de nuestra península).Mientras nosotros dejamos de lado nuestra tradición, otros escritores están explotándola y cubriéndose de premios y alabanzas. Lois McMaster Bujold ha ganado el Hugo y el Nebula con sus novelas de Chalion, una saga localizada en un reino que se inspira en la España de los Reyes Católicos. Guy Gavriel Kay obtuvo excelentes críticas con su obra Los leones de Al-Rassan, novela cuyo mundo se basa en nuestra península durante los tiempos de Al-Andalus. Hay un público ansioso por leer estas historias, ¿y quién mejor para escribirlas que los que nos hemos criado estudiándolas?Todo nuevo escritor tiene algo que aportar incluso al género más trabajado; y esto, a su vez, me lleva al tercer punto de mi argumentación. Pero, por el momento, lo dejaremos aquí, que me estoy extendiendo mucho. ¡No dejéis de consultar el blog y las redes de Caja de Letras para leer la segunda parte en cuanto esté disponible!
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