Es muy posible que a estas alturas ya estés teniendo problemas con tus retos de escritura o de lecturas o, tal vez, con ambos. Quizás hayas perdido la motivación para seguir con tus propósitos de año nuevo y, si no los has dejado ya, estás pensando en hacerlo. La presión y las expectativas incumplidas pesan muchísimo a la hora de perseverar o desistir. Habitualmente, cuando empezamos estos retos, nos sentimos llenos de energía, buenos propósitos y, ante todo, tenemos muchas ganas de intentarlo. ¿Por qué hay tanta gente que abandona estos proyectos en el primer trimestre del año? Os voy a contar mi propia experiencia, a ver si os ayuda para continuar adelante.
Veamos algunos problemas que te hacen perder la motivación con tus retos de escritura y sus posibles soluciones.
Expectativas poco realistas
Problema: Demasiadas expectativas
Te propusiste escribir todos los días o, al menos, la mayoría de ellos. Es fácil pensar que puedes rascar dos o tres horas al día para ponerte a darle a la tecla, pero, si al mismo tiempo también esperabas ir al gimnasio, dejar de fumar y visitar más a tus abuelos, quizás te estás exigiendo demasiado. Es muy habitual hacerse una lista de lectura imposible de abarcar, o esperar tener doscientas páginas escritas en dos meses, y no ser capaz de alcanzar estos objetivos es realmente frustrante. Pero esto no se debe a que seas incapaz de cumplir tus propósitos, tal vez simplemente te estás exigiendo demasiado.
Solución: Sentido común
Revisa tus propósitos y plantéate si tal como los expusiste la primera vez son realistas. Muchas veces no ajustamos nuestros objetivos al tiempo real que les podemos dedicar o hemos infravalorado la energía que nos requieren. Eso no quiere decir que tengas que abandonar tus planes; puedes adaptarlos para se acerquen a lo que realmente puedes abarcar. A veces, lo que queremos hacer, lo que necesitamos hacer y lo que podemos hacer son cosas que no coinciden, pero eso no quiere decir que no se pueda trabajar un poco para intentar llegar a una solución con la que te comprometas sin asfixiarte.
Cambios en tus horarios o problemas inesperados
Problema: Circunstancias que no podemos controlar
A veces vas viento en popa con un proyecto y aparece algo que te hace cambiar tu rutina. Un nuevo horario de clases o trabajo, un problema que requiere mucho de tu tiempo y energía o algo que no habías pensando al hacerte tu propósito, como que hay que pasear al perro a diario a la misma hora o que ir a la compra te lleva más tiempo del que habías previsto. Estas cosas ocurren más a menudo de lo que solemos imaginar.
Solución: Flexibilidad
Si miras tu horario real de tiempo libre, quizás no puedas escribir a diario, pero sí tienes un rato cada miércoles o puedes leer en el autobús. La clave del éxito está en saber cuánto tiempo debes dedicarle a las tareas y obligaciones del día a día para averiguar cuánto tiempo tienes realmente libre. Dentro de ese tiempo no incluyas el que necesitas para descansar y otras actividades de ocio que te ayuden a relajarte. Hay personas que son capaces de renunciar a un par de horas de sueño sin que les suponga un esfuerzo, otras no necesitan una gran vida social o tiempo para otras aficiones. Pero dormir, salir a dar un paseo o montar maquetas de Lego pueden ser esas anclas que te ayudan a mantener el buen humor y la energía. No renuncies a ellas por completo. Revisa tus prioridades. Trata de encontrar el tiempo adecuado para cada cosa; no es una tarea fácil, pero conseguirlo y encontrar cierto equilibrio es muy satisfactorio. Aunque sea paradójico, puedes ser una persona perseverante sin perder la autoindulgencia.
Acepta que no siempre podrás cumplir el horario que te propusiste y, cuando surjan problemas, no pienses que estás rompiendo tu rutina: es casi inevitable que pase. Ten paciencia y espera a poder recuperar o reestructura tus planes para adaptarlos a la nueva situación.
Perder el entusiasmo inicial
Problema: Pierdes las ganas
Esa idea que al principio te parecía genial ha dejado de interesarte, la mitad de los libros que pusiste en la lista y que te recomendaron encarecidamente han resultado ser una decepción. O, simplemente, entras en un momento en el que no te apetece hacer lo que habías planeado. Mantener la motivación puede ser un reto importante, mucho mayor de lo que solemos creer. Escribir, e incluso leer, requieren esfuerzo, no importa que a priori sean cosas que te gustan, simplemente no salen solas.
Solución: Perseverancia, reflexión y autoindulgencia
Si un libro no te está gustando, dejar de leerlo y pasar a otro no es ningún pecado. Hay personas que son incapaces de dejar un libro a medias, pero tal vez ese no sea tu caso. Es una opción personal, y ninguna de las dos es mala mientras no te haga sufrir. A veces, tenemos rachas en las que no apetece leer o escribir, obligarte a hacer algo que no quieres puede hacerte perder las ganas y el disfrute de hacerlo. No es malo darse pausas, lo malo es que se eternicen. A veces, para volver a entusiasmarte con un proyecto, hay que analizar las causas que te han llevado a perder las ganas para encontrar la manera de remontar.
Quizás, siguiendo estos consejos no cumplirás al 100 % esos propósitos que hiciste el día 1 de enero, pero tal vez consigas cumplir una buena parte de ellos; eso ya es motivo para estar más que satisfecho. Recuerda: sentido común, flexibilidad, y perseverancia y autoindulgencia a partes iguales.
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