Pues ya has terminado el libro. Lo has revisado, corregido y vuelto a corregir. Probablemente creas que tienes la mejor historia del mundo y tal vez sea así, pero el trabajo no está hecho por completo. Aunque tengas el libro en tus manos no puedes cruzarte de brazos, y la razón es sencilla: hay que ponerlo a la venta.Aunque para muchos la palabra venta les puede causar cierta repulsión, como si se tratara de algo indecente, es algo necesario para que el trabajo tenga propósito, pues no basta con solo escribir un excelente libro, hay que buscar que llegue a su lector final. Hace unos días estuve revisando la historia de vida de uno de mis autores favoritos, J. R. R. Tolkien, y pude ver que una de las más grandes obras de la literatura fantástica estuvo por no salir a la luz, no porque careciera de calidad, sino porque no había llegado a las manos indicadas. Historias como esta hay muchas en el mundo de la literatura, donde grandes obras fueron conocidas gracias a que alguien les dio una oportunidad después de haber sido rechazadas varias veces.Vender es dar a conocer. Con la venta logramos que nuestra obra tenga mayor el alcance, y de paso, podemos dedicarnos de tiempo completo a esta profesión, que de otra manera, tendríamos que compartirla con otras actividades. El ejemplo está en el mismo Tolkien, que tardó cerca de 12 años para terminar “El señor de los anillos” ya que tenía que dividir el tiempo para escribir con su trabajo, la familia y otras actividades. Muchos piensan que escribir es fácil, pocos saben que implica pensar, investigar, planear y, sobre todo, muchas horas frente al teclado. Por eso hablo de venta, y no solo de distribución, porque el escribir tiene un valor, no solo artístico o cultural, sino un valor en sí, por el tiempo y el trabajo invertidos. Así que no está de más cobrar por lo que se hace. Kotler define al marketing como “el proceso mediante el cual las compañías crean valor para sus clientes y establecen relaciones sólidas con ellos para obtener a cambio valor de éstos”.La clave está en lograr encontrar a las personas indicadas que le den valor a nuestra obra, a tal grado que estén dispuestas a pagar por ella, porque saben que de otra manera no podrían obtener lo que buscan. Vender un libro es como vender una idea, no hace falta modificarla sino hacerla atractiva ante los ojos de quien la recibe. Al igual que la idea, en el libro, hay que destacar las partes que lo hacen relevante para el lector, pero no podemos saber tal cosa si no conocemos al destinatario.Claro que antes de pensar en vender hay que escribir, pero aun así es importante tener en la mente al lector al momento de hacerlo, porque la intención es que nos lean, que sorprendamos o que causemos algo en él. No se trata de dejar de lado nuestros gustos con la sola intención de vender, no, al contrario, es hacer algo que nos guste pero que satisfaga la necesidad de los lectores y para ello hay que conocerlos.El marketing puede ser un buen instrumento tanto para la venta como para poder hacer un producto de calidad que satisfaga la necesidad de nuestros clientes. No se trata de vender algo a alguien que no quiere comprar, tampoco se trata de hacer campañas de publicidad sin secar para que nos compren nuestro libro. Según Peter Drucker: “El objetivo del marketing consiste en lograr que las ventas sean innecesarias”. Será Innecesaria la labor de venta porque conecta al ofertante (que tiene el producto) con el cliente (que busca satisfacer una necesidad). Dicho de otra forma, cuando se hace una buena mercadotecnia el trabajo de convencimiento es mínimo, pues gracias a ello conocemos al nicho que busca nuestro producto y nos permite ponerlo a su disposición para su consumo.Tal cosa suena utópica, pero para poder lograrlo el marketing empleado un estudio de mercado, logrando así destacar los elementos característicos de los clientes. De tal suerte que puede definir sus particularidades esenciales, tales como sus rasgos demográficos o psicológicos, incluso es capaz de definir qué es lo que realmente buscan el cliente de un producto en particular.Nosotros no podamos hacer un estudio a fondo de mercado, pero si podemos hacer una breve pausa para definir quiénes y cómo son nuestros lectores. Podemos, partir de nuestra experiencia, destacar esos elementos que los caracterizan. Al hacerlo podemos saber en dónde encontrarlos y así hacerles llegar nuestra obra para realizar el intercambio comercial.Es importante también tener un conocimiento de ellos no solo para saber en dónde, cuándo y qué venderles, sino para tener esa relación que Kotler habla. Ahí está otro punto que el marketing nos marca claramente. No solo es vender por vender. Se trata de hacer un vínculo con los lectores a través de una relación que se sienta cercana. Por eso son tan importante las entrevistas, las firmas de libros y la comunicación por las redes sociales. Los lectores podrán adquirir nuestra obra no solo por lo que ella ofrece, sino porque de alguna manera se sienten identificados con nosotros. Ese es un fenómeno que podemos ver con los “youtubers”. Ellos ya tiene esa relación con los clientes, pues tienen comunicación constate con ellos y por eso venden, porque ofrecen algo que saben que compraran, pues de algún modo, sus seguidores se sienten cercanos a ellos.Lo que podemos aprender es esa relación que se tiene con el cliente, que se extiende más allá del simple intercambio económico, es darle un lugar, un valor que otros no pueden ofrecerle. Y ahí debería tener ventaja la literatura, pues ofrece mundos que a través del escritor puede ir extendiendo. Hay que hacer adecuadas acciones de post venta, donde seamos los autores los encargados de ir alimentando ese mundo fantástico y que se enriquezca más allá del libro escrito. Los lectores siempre tienen dudas, y si de alguna manera podemos satisfacer esa necesidad de saber podemos tener clientes cautivos, podemos ganar lectores asiduos a nuestro trabajo. Pero como dije antes, hace falta cercanía a nuestro mercado, y es algo que podemos aprender del marketing.
¿Cómo preparar una propuesta editorial?
Hoy repasamos uno de los pasos imprescindibles una vez tenemos un manuscrito terminado; cómo preparar una propuesta editorial.
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