Imaginad que tenéis la posibilidad de cambiar el pasado o el futuro, ¿os atreveríais con los viajes en el tiempo?
Una de las películas de referencia de viajes en el tiempo es Regreso al futuro protagonizada por Michael J. Fox y Christopher Lloyd. Aunque esta es una de mis favoritas, un año antes, en 1984, se estrenaba en los cines otra película: Terminator o The Terminator. Fue todo un éxito de taquilla.
Sin ánimo de hacer spoiler, os pongo en situación: un cíborg asesino, Terminator, es enviado desde el año 2029 a 1984 para acabar con una pieza importante de ese futuro. Esa pieza es Sarah Connor. ¿Por qué ella? ¿Qué tiene de especial? ¿Nadie va a intentar salvarla? Por supuesto. El soldado Kyle Reese hace el mismo viaje desde el futuro para intentar protegerla.
Los protagonistas son Linda Hamilton, Michael Biehn y Arnold Schwarzenegger. Sin entrar en polémica de si es una buena o una mala película, os recomiendo que la veáis. Eso sí, tened en cuenta el año del rodaje.
Con un «Sayonara, baby» al estilo Terminator, comenzamos nuestro particular viaje en el tiempo.
Viajes en el tiempo en la literatura
Como decía Stephen Hawking, «si alguna vez se construyera una máquina del tiempo, hoy mismo estaríamos siendo visitados por viajeros provenientes de ese futuro en que los viajes al pasado son posibles». Si hablamos de máquinas del tiempo, hablamos de H. G. Wells. En la literatura moderna, uno de los libros más conocidos es precisamente de este autor: La máquina del tiempo (1895). Fue llevada al cine en varias ocasiones y aunque hay otras versiones, sin duda me quedo con la de 1960. Más allá del viaje en el tiempo, hace una crítica de la lucha de clases y el desarrollo industrial del siglo XIX. Estupendo libro y una película nada desdeñable para la época. ¿Sabíais que fue publicada diez años antes que la teoría de la relatividad de Einstein? Asombroso, ¿no?
Viajemos un poquito más hacia el pasado. A 1881. El estadounidense Page Mitchell se lanzó al lío de los viajes en el tiempo con su libro El reloj que marchaba hacia atrás. Este relato se publicó en 1881 en el periódico The New York Sun. Y en 1973, formó parte de la antología El hombre de cristal: un hito de la ciencia ficción. ¿Por qué es importante este relato? Por dos razones:
Primero, porque es el primer relato de viajes en el tiempo en el que se utiliza un dispositivo tecnológico. En este caso, no se trata de una máquina, sino de un viejo reloj del siglo XVI. Y, en segundo lugar, porque estamos ante el primer autor en plantear una paradoja temporal. Es decir, al viajar al pasado se alteran los hechos del futuro.
Máquina de viaje en el tiempo olvidada
Echemos un vistazo a los años entre 1881 y 1887. ¿Qué tienen de especial? La primera fecha corresponde al año en que el español Enrique Gaspar y Rimbau escribió El Anacronópete. La segunda, en cambio, se trata del año en que fue publicado. Ocho antes de que Wells mostrase su máquina de viajes en el tiempo.
¿Qué significa esto? Que esta novela en clave de zarzuela, es la primera en la que aparece una máquina del tiempo en la ciencia ficción. Además, Rimbau aprovechó la ocasión para criticar la situación social de la España del siglo XIX.
En su día pasó desapercibida entre los lectores, al contrario que la obra de H. G. Wells, que fue todo un éxito. Sin embargo, en 2018 se publicó una reedición. En El Anacronópete los viajes en el tiempo solo pueden hacerse hacia el pasado. Mientras, la máquina de H. G. Wells podía viajar tanto hacia el pasado como hacia el futuro.
Fijémonos ahora en el año 1883, ¿hay algo de interés? Pues sí. El escritor francés Eugène Mouton escribió un relato corto, «L’historioscope», adelantándose también a Wells. Trata de un historiador que conoce a un extraño anciano que ha inventado un artefacto para ver el pasado. ¿Qué puede ser? Algo así como un telescopio eléctrico. Con él, una persona puede mirar hacia atrás en la historia. Hay que seguir las ondas de luz de eventos pasados a medida que se propagan a través del éter hacia el espacio.
Por desgracia, a «L’historioscope» le ocurre lo mismo que a El reloj que marchaba hacia atrás: sus artefactos no son considerados máquinas para viajar en el tiempo propiamente, sino, simplemente, artefactos que provocan esos viajes.
Efectos de los viajes en el tiempo
¿Paradojas en los viajes en el tiempo? Claro que sí.
Se tiene la creencia de que, si viajamos a través del tiempo, llegaremos al mismo lugar, pero en un tiempo diferente. Hay que tener en cuenta que tanto la Tierra como el propio sistema solar están girando a la vez. Según la teoría de la relatividad general, el tiempo y el espacio son una entidad física conocida como espacio-tiempo. Esta entidad puede doblarse y distorsionarse, y la gravedad es en realidad una manifestación externa de la distorsión del espacio-tiempo.
Vaya lío. ¿Y todo esto quiere decir que…?
Que, aunque viajemos durante unos segundos, o la máquina del tiempo tiene en cuenta todo esto o nos veremos flotando en mitad del espacio. Por nuestro bien, deberá dejarnos en el mismo lugar donde queramos estar.
Esto está relacionado con el efecto mariposa, ¿y qué es el efecto mariposa? En 1952 se publicó el cuento de ciencia ficción, «El ruido de un trueno», de Ray Bradbury. Una empresa del año 2055 ofrece viajes al pasado. Se les advierte a los turistas que no deben salirse del camino. Pues bien, como no podía ser de otra forma, un turista nervioso, se sale del camino. Pisa una mariposa y… matar una sola mariposa provoca tal cambio en el pasado que, al volver a su época, el mundo ha cambiado totalmente.
¿Y qué decir sobre la paradoja del abuelo? En 1943, el escritor francés René Barjavel publicó El viajero imprudente. En ciencia ficción, se dice que este es el primer texto en el que se da esta paradoja.
Una persona viaja hacia atrás en el tiempo. Mata a su abuelo antes de que conozca a su abuela y conciban al padre del viajero. De esta forma, el padre del viajero nunca habría nacido, por tanto, el viajero tampoco. Si el viajero no es concebido, no viaja nunca atrás en el tiempo y nunca asesina al abuelo. El abuelo nunca es asesinado, concibe al padre y, al final, es concebido el viajero. Y así indefinidamente. Y es que, como diría Salvador, director del Ministerio del Tiempo, «el tiempo es el que es».
Hola Ana,
como siempre tus publicaciones y reflexiones son muy interesantes y, a veces, un poco filosóficas (en el buen sentido del término) A mí personalmente me hacen detenerme durante un rato en esta vida tan ajetreada y, aislado del bullicio que nos rodea, reflexionar sobre las ideas que aportas. La conclusión que saco es que siempre ha habido alguien "adelantado" al resto de la gente de su época y que, en muchas ocasiones, ha pasado de manera anónima o casi. Cuando nos referimos "viajar al pasado" generalmente lo hacemos llevando consigo nuestras ideas y conceptos de la época actual. Lo interesante es volver al pasado no solo físicamente sino poder comparar las ideas y pensamientos que se tenían en ese momento con los que tenemos actualmente. Creo que sufriríamos un gran shock si no pudiéramos analizar el pasado con los medios que disponemos ahora. Si analizamos el pasado exclusivamente con las herramientas de ese pasado quizás nuestras conclusiones serían otras. Por ejemplo, es muy fácil criticar y acusar a Colón y a los colonos españoles de racistas y de esclavistas, pero eran otros tiempos y otras mentalidades. Ahora nos orgullecemos del legado romano pero no tenemos en cuenta la aniquilación de pueblos y culturas que ejercieron durante su expansión. Ahora eso sería "políticamente incorrecto". Viajar al pasado puede ser una gran aventura. Lo interesante para mí es vivirla no solo con los prejuicios actuales sino con los que se tenían en el pasado correspondiente. Quizás volveríamos a repetir la misma Historia una y otra vez. Te animo a que sigas haciéndonos reflexionar con tus publicaciones Ana. Ánimo.