En el año 1989, la película “El club de los poetas muertos” nos regaló a toda una generación un verso que se convirtió en un grito de guerra:
“¡Oh, capitán, mi capitán!”
John Keating, el inolvidable profesor de literatura que todos querríamos haber tenido, recitó a sus alumnos los primeros versos de este poema, llamado “¡Oh, Capitán, mi Capitán! “ de Walt Whitman, y los hizo enamorarse de la poesía. Les animó a buscar la interpretación detrás de la metáfora del verso, a descifrar todo lo que un poema encierra y no vemos a primera vista, despertando en ellos tal curiosidad que les llevó a fundar el famoso club que dio título al largometraje.
El final de la película descontextualizó este verso y le dio un nuevo significado, que pasó a formar parte de la cultura pop de forma inmediata.
¿Quién de los que vivimos ese momento y vibramos con él no lo ha utilizado alguna vez? Sin duda fuimos legión, pero, ¿cuál fue la verdadera intención de Walt Whitman cuando lo compuso? ¿A quién se refiere al hablar del “capitán”?
Vamos a verlo.
¡Oh, Capitán, mi Capitán! de Walt Whitman
¡Oh, Capitán, mi Capitán! Nuestro azaroso viaje ha terminado;
El barco capeó los temporales, el premio que buscamos se ha ganado;
Cerca está el puerto, ya oigo las campanas, todo el mundo se muestra alborozado,
la firme quilla siguen con sus ojos, el adusto velero tan audaz.
Pero, ¡Oh, corazón! ¡Corazón! ¡Corazón!
Oh, se derraman gotas rojas
en la cubierta donde yace mi Capitán
caído, frío y muerto.
¡Oh, Capitán! ¡Mi Capitán! Levántate y escucha las campanas;
levántate —por ti la enseña ondea— por ti suena el clarín;
por ti son las guirnaldas y festones —por ti se apiñan gentes en la orilla;
por ti claman, la inquieta masa a ti se vuelve ansiosa.
(Fragmento)
Es uno de los poemas más famosos del poeta americano Whalt Whitman (1819-1892). Se trata de una elegía (de 25 versos, divididos en 3 estrofas) que compuso en el año 1865 como homenaje al presidente Abraham Lincoln, poco tiempo después de ser asesinado.
¿De qué nos habla ¡Oh, Capitán, mi Capitán! de Walt Whitman?
El poema narra la historia de un barco que lucha contra una gran tormenta y consigue llegar a puerto, aunque su capitán fallece durante la travesía. Con su muerte dejó a su tripulación abandonada a su suerte, sin nadie que los guiase, pero consiguiendo salvar sus vidas. Ese barco es una metáfora de Estados Unidos, un país que se sintió abandonado, desorientado y casi huérfano, cuando uno de sus más emblemáticos presidentes les fue arrebatado de una forma tan violenta e inesperada. La voz del yo poético muestra un inmenso dolor ante la pérdida de aquel que ha sido su ejemplo y que ahora yace “caído, frío y muerto”, verso final de las 3 estrofas del poema. Habla de cómo el pueblo lo espera, cómo suenan las campanas por él, pero la realidad es que ya no está.
Es un poema intenso, que refleja la impotencia y el dolor por la pérdida de una forma soberbia.
El club de los poetas muertos
Sin embargo, todo este significado quedó apartado (así como el resto del poema, más allá del primer verso) tras el gran éxito de “El club de los poetas muertos”. En esta película, el apasionado profesor de literatura muestra a sus alumnos la gran importancia que tiene la poesía en la vida de los seres humanos. La poesía existe, no porque sepamos escribir, sino porque es el vehículo a través del que se refleja nuestra esencia, los sentimientos, el amor, la vida…
Les presenta este poema como una llamada al Carpe Diem, a aprovechar el momento presente, porque no hay tiempo que perder, porque tenemos el deber de hacer de nuestras vidas algo extraordinario antes de que llegue la inevitable muerte.
Los métodos y la pasión del profesor Keating despiertan el pensamiento crítico de sus alumnos, que descubren que pueden y deben cuestionar las normas, ya que otros están decidiendo sobre su camino vital. Estas trazas de rebeldía chocan frontalmente con la conservadora y estricta política de la escuela, que despide al maestro tras un fatal incidente.
Un nuevo significado para toda una generación
En la épica escena final, los alumnos se suben a sus pupitres de madera, uno tras otro, y entonan el verso: ¡Oh, Capitán, mi Capitán! en señal de solidaridad y defensa de su admirado profesor. Así se consagró su nuevo significado, pasando de la exhortación al líder, del canto al Carpe Diem, a la firme defensa de un inocente tratado de forma injusta.
¿Por qué caló tan hondo este nuevo significado?
No hay que dejar de lado que cada poema, como cada texto literario, cobra nuevos matices y hasta nuevos significados, según la experiencia y el momento vital de cada lector.
La película reunía todos los elementos para conseguir la identificación de su público objetivo: la gente joven.
Los protagonistas de la historia (interpretados por toda una hornada de jóvenes estrellas emergentes de la época, y con el inconmensurable Robin Williams como profesor) son un grupo de adolescentes, fuertemente oprimidos por sus familias y el rígido centro escolar en el que estudian. Descubren, como parte de su proceso natural (si bien aquí de la mano de un mentor, el profesor Keatting, y con la lectura de poesía como vehículo), que pueden y deben tener un pensamiento crítico sobre lo que les imponen para poder decidir sobre sus propias vidas. ¿Existe algún adolescentes del mundo que no se sienta oprimido y asfixiado por todo, y no busque rebelarse y tomar sus decisiones?
Los versos de Withman son utilizados como una excusa, como un primer paso hacia ese cuestionamiento y, por ser el primero, se convierte para ellos en un símbolo.
El público mayoritario de este largometraje fue, como estaba previsto, adolescente, y sí, se identificaron con aquellos muchachos, sus batallas, sus miedos y sus dudas. Así, todos los chicos y chicas que vimos aquella película hicimos nuestro aquel verso como un grito de defensa, porque, al igual que ellos, sentíamos que debíamos alzar la voz y posicionarnos, de forma firme, ante la injusticia, y ¿qué mejor que hacerlo con poesía?
Como conclusión…
Un poema es fruto del tiempo en el que nace y del significado que su creador le da, pero la distancia con ese momento, un contexto diferente y las vivencias personales de cada lector y lectora pueden otorgarle un nuevo sentido, complementario o bien totalmente distinto, como demuestra este ejemplo.
Es importante acercarse al texto contextualizándolo y conociendo qué quería transmitirnos la persona que lo escribió, pero resulta un ejercicio muy interesante leerlo con los ojos de nuestro momento, buscando de qué manera se acomodan a nuestra realidad vital, aunque nos separen océanos de tiempo del que fue su origen.
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¡Nos vemos en clase!
Un artículo muy interessnte, lástima el uso del lenguaje inclusivo (chicos/as, lector/a) q ue dificulta su fluida lectura. En el primer caso se podían haber ahorrado ambos: "Así, todos los que vimos…". En el segundo, usando "… Vivencias personales de cada lector… ", independientemente de su género, nos referimos a alguien que lo haya leído. Una simple opinión personal, saludos.
Muchísimas gracias, el comentario prosa poética, maravilloso, he podido viajar desde el poema a la lucha por la libertad… un lujo