Cuando tenemos nuestro manuscrito terminado, corregido y pulido hasta la extenuación, llega el tan ansiado y temido momento de lanzarlo al mundo para darlo a conocer a nuestros potenciales lectores. En ese instante crucial, podemos optar por enviarlo a una editorial, con la esperanza de que nos den una oportunidad, o bien decantarnos por la autopublicación e invertir en nuestro propio texto. Pero ¿vale la pena autopublicar?

Autopublicación frente a editorial tradicional

Nunca había sido tan sencillo autopublicar como en este momento. Podemos optar por las plataformas digitales, que tienen un coste realmente bajo o casi gratuito, aunque debemos pensar en invertir previamente en una buena corrección ortotipográfica, que pula nuestro texto al máximo, y elimine faltas y errores. También en un diseño de portada profesional, para ayudar a que nuestro libro destaque y sea comercial.

Por otra parte, también tenemos la opción de contratar los servicios de editoriales especializadas en la autopublicación, que ofrecen, como servicios contratables, todos los procesos que realiza una editorial tradicional. Dependiendo de nuestro presupuesto, podremos optar desde una corrección, una maquetación y diseño, a distribución y marketing. Algunos grandes sellos editoriales tienen sus propias ramas de servicios de autopublicación, como Caligrama de Penguin Random House o Universo de letras de Planeta. Con esta opción invertimos nuestro propio dinero, lo que supone un riesgo, pero también obtendremos un mayor beneficio en las ventas, ya que no hay un intermediario y todo el beneficio resultante es para el autor. Además, tendremos control sobre el diseño, los detalles del texto y la maquetación, algo que la editorial tradicional no suele otorgar a los autores.

Muchos son los escritores que se decantan por este método y, en más de una ocasión, dan después el salto a la publicación con un sello editorial. Algunos incluso alternan ambas opciones. Pero pueden surgirnos dudas a la hora de lanzarnos. ¿De verdad valdrá la pena invertir tanto tiempo e incluso dinero en sacar a la luz nuestra obra? ¿Seremos capaces de promocionarla y venderla después?

Charles Dickens, de la editorial a la autopublicación                                            

Este dilema que nos parece tan actual, es algo que ya existe desde hace varios siglos. ¿No me creéis? Pues voy a contaros el caso de Charles Dickens y la que, es sin duda alguna, una de sus obras más conocidas: Cuento de Navidad.

Allá por 1843, Charles Dickens era ya un afamado escritor cuyos libros se vendían como rosquillas, así como sus novelas por entregas. Hizo una gira por Estados Unidos, tras la cual escribió Notas de América, libro que no tuvo mucho éxito. Después de un par de fracasos de ventas más, Dickens propuso a sus editores de Chapman & Hall la idea de una historia de Navidad para finales de ese propio año. Apenas faltaban tres meses para las fiestas y los editores no vieron viable la idea de ninguna forma: ni por el tema (las navidades no eran como en la actualidad y, en cierta medida, este libro definió el concepto de “espíritu navideño” que ha llegado a nosotros), ni por el plazo, que les parecía inasumible. Sin embargo, Dickens, lejos de rendirse, decidió que, si la editorial no le respaldaba, él apostaría por aquella historia en la que creía firmemente, así que decidió autopublicarla, invertir su propio dinero, y editar y distribuir él mismo el libro.

Cuento de Navidad

Dickens decidió que el libro saldría antes del día de Navidad y escribió el texto en un tiempo récord. Contrató al caricaturista John Leech, quien el 24 de octubre comenzó a trabajar en las ilustraciones del libro: cuatro grabados en color y cuatro grabados sobre madera en blanco y negro.

La impresión de la obra trajo unos cuantos problemas que encarecieron aún más la producción del libro, como, por ejemplo, el cambio de guardas de los primeros volúmenes (de color oliva parduzco por otras amarillas) a petición del autor. Esto derivó en un rediseño de la página del título y retrasó toda la producción hasta un par de días antes de la fecha que se había fijado para el lanzamiento: el 19 de diciembre de 1843. El plazo se cumplió y se hizo una tirada inicial de 6 000 ejemplares. Todos se habían vendido antes del día de Navidad. Visto el gran éxito, la editorial Chapman & Hall rectificó en su negativa, y decidió lanzar otras dos ediciones al año siguiente. A finales de 1844 habían realizado once ediciones de la novela y se habían vendido alrededor de 15 000 ejemplares en total. Un siglo después de su aparición, era el libro más exitoso de Dickens en Estados Unidos, con más de dos millones de copias comercializadas.

Así pues…

Si de verdad creemos firmemente en nuestro manuscrito, debemos apostar por él, buscando aquella opción que mejor encaje con nosotros y ¿por qué no autopublicar? Quién sabe, tal vez nuestro Cuento de Navidad está a la vuelta de la esquina.