Antonio Vileya

Los sonidos del dothraki: el trabajo de David J. Peterson

Caja de Letras

La primera lengua que trabajó profesionalmente David J. Peterson fue el dothraki. Fue un gran desafío porque, antes de empezar, tuvo que sortear el primer escollo: ya existía material de una lengua que debía inventarse. Comenzó a trabajar sobre los sonidos del dothraki con 56 palabras que recopiló de los primeros tres libros de Canción de hielo y fuego. De todas ellas, 24 eran nombres propios. Y, por si fuera poco, G. R. R. Martin no publicó nunca una guía de pronunciación para sus libros. Así que fueron los aficionados quienes determinaron cómo «debían» pronunciarse estas palabras. ¿Cómo resolvió estos problemas David J. Peterson para crear los sonidos del dothraki de una forma cohesionada y con personalidad?

El dothraki conceptual: las primeras restricciones

Pensando en que la mayoría de los seguidores de la saga serían anglohablantes —y que los productores ejecutivos, David Benioff y D. B. Weiss, eran estadounidenses—, Peterson decidió seguir la forma en que creía que pronunciaría las palabras un anglohablante estadounidense. Esa fue la primera restricción que impuso a su lengua.

La siguiente fue filtrarla por el deseo de que el dothraki fuera un idioma extranjero y «duro». Eso significaba que, entre otras cosas, las consonantes no inglesas también participarían en el catálogo fonológico final del dothraki. Aquí, Peterson se apoyó sobre todo en la ortografía que recogió de las palabras que Martin había construido. Cuando Martin utilizó grafías que son claramente no inglesas, autorizó de alguna forma a Peterson para que años después de aquellas primeras palabras usase sonidos no ingleses para darle carácter al dothraki.

Por último, Peterson trató la ortografía como algo canónico. No quiso cambiar las grafías que extrajo de los libros a no ser que fuera simplemente para regularizarlas y darle coherencia a la lengua (así, por ejemplo, lo que se escribía Cohollo pasó a ser Kohollo, ya que Peterson decidió que la c solo se usaría en el dígrafo ch).

Con esas restricciones en mente, decidió dos cosas: la vocal u nunca aparecería como vocal excepto en la agrupación qu, y las consonantes p y b quedaban desterradas de la ortografía del dothraki. A partir de aquí, empezó a tomar algunas decisiones sobre la pronunciación de las distintas formas de las letras del vocabulario existente.

Los sonidos del dothraki: decisiones, decisiones

Decidir cuáles son los sonidos con los que contará tu lengua determinará mucho su personalidad. Además de racionalizar la lengua quitando los sonidos [p], [b] y [u] (el propio Peterson reconoce que le parecen “sonidos feos”), debía tomar más decisiones para otorgarle a los sonidos una voz propia.

Peterson tomó otra decisión. Todas las vocales se pronunciarían por separado, incluso cuando estuvieran junto a otra vocal. Para esto, Peterson se inspiró en un fenómeno del español que debió gustarle, donde en una palabra como creer, hay dos sonidos vocálicos distintos a pesar de ser la misma vocal ortográfica. Esto también le ahorraba un problema: no tendría que encontrar una pronunciación única para el dígrafo ae, que es omnipresente en la obra de Martin. Lo trataría simplemente como una a seguida de una e. Ya que hemos tocado el tema de la presencia español, este no es el único rasgo que Peterson tomó de nuestra lengua. La r en dothraki funcionaría de forma casi idéntica a la r en español. Fonéticamente, sería una [r] trillada al principio o al final de una palabra, pero en el resto sería simple a no ser que se indique gráficamente que es una vibrante múltiple. Peterson determinó muchos otros detalles de la pronunciación y del sistema ortográfico del dothraki.

Sin embargo, si Peterson quería producir palabras que se parecieran al vocabulario existente en los libros, debía trabajar también las sílabas. Por ejemplo: si se sabe que band es una palabra en inglés, y tiene la estructura fónica Consonante-Vocal-Consonante-Consonante, cabe esperar que haya otras palabras como ella en el idioma. Y claro que las hay: cart, ford, lamp, sand, wind, bolt, etc. Peterson sabía que parte de lo que da carácter a un idioma es tener un montón de palabras que parecen encajar de forma natural. Así que planteó diferentes estructuras para el sistema vocálico del dothraki:

  • CVC. En los libros de Martin, Peterson encontró palabras como khal, haj o dosh. Así que convirtió esta estructura en un patrón. Así encontró rek, jin, din, chath… Recordemos que había dígrafos como kh, sh, th, etc., que son, en realidad, un único sonido.

  • C(C)V(C)CV. Este patrón surgió de la palabra hranna. Los paréntesis que enmarcan las dos consonantes de esta estructura indican que pueden aparecer esos sonidos o no. Es decir, en los sonidos del dothraki puede darse la estructura CVCV, como en mhotha; la estructura CCVCV, como en krista…

  • (C)VC:V. Como en la lista de palabras encontró dos palabras como Aggo y jaqqa, pensó en hacer que algunas consonantes se prolongasen (es lo que indican los dos puntos). Así llegó hasta zhille, naffa, ricchi

  • C(C)VVC, CVCVCCV. Peterson siguió experimentando con las sílabas, pero, como ves, siempre tuvo muy presente a las vocales en los sonidos del dothraki.

Pero faltaba el toque maestro, la especia ideal que le daría al dothraki su particular sonido duro y exótico: la tonicidad de las palabras.

Los sonidos del dothraki: sílabas tónicas y sílabas átonas

El siguiente paso para Peterson fue garantizar que muchas palabras que aparecían tuvieran un tipo de sonido duro o extraño.

El primer paso fue diseñar el sistema de acentuación para garantizar que el ritmo fuera diferente al del inglés. En inglés, por ejemplo, es raro que una palabra se acentúe en la última sílaba, a no ser que sea un préstamo o un verbo. En dothraki, todas las palabras que terminan en consonante se acentúan en la última sílaba. ¿A qué lugar de una palabra atiende el dothraki para determinar su acento? Al borde derecho de la palabra. Así, Peterson tomó las siguientes decisiones, muy sencillas, pero muy efectivas:

  • Si la palabra termina en consonante, se acentúa la última sílaba.

  • Si la palabra termina en una vocal, se mira la penúltima sílaba. Si esa sílaba está acentuada, se acentúa. Si no lo está, se acentúa la primera sílaba.

Esto significaría que varias palabras clave no estarían acentuadas correctamente (por ejemplo, dothraki y khaleesi deberían ser dóthraki y kháleesi), pero eso no era un gran problema: ¡serían préstamos cuando se hablaran en inglés! Peterson ya había hecho su magia: el dothraki ya se comportaba como una lengua autónoma que prestaba términos a lenguas reales.

No obstante, para Peterson lo más importante era asegurarse de que el diálogo tuviera el ritmo característico del dothraki. Así que, si tomamos una frase normal en dothraki como Lajak oga haz oqet ha khalaan (‘el guerrero está sacrificando esa oveja para el khal’), el acento de la primera, cuarta y última palabra estaría en el lugar opuesto al que uno esperaría si fueran palabras nativas del inglés.

Como ves, la identidad de una lengua creada es fruto de una suma de factores, elementos que Peterson buscó intencionadamente lejos del inglés. El repertorio fonológico (tomando como referencia multitud de sonidos reconocibles en otras lenguas), las restricciones silábicas (tan ajenas al idioma nativo de Peterson, que tiende a la acumulación de consonantes como en straights o sprints) y este sistema de acentuación que chocaba frontalmente con lo esperado por un hablante de inglés, le dieron una personalidad y una identidad particular al dothraki.

Aunque el proceso para el dothraki fue particular, ya que Peterson no estaba creando una lengua desde cero, los principios que empleó pueden reproducirse provechosamente en un conlang original. El inventario fonético es solo un punto de partida. El sistema silábico, el sistema de acentuación y las terminaciones comunes de las palabras son los elementos que más percibe el oyente. Al fin y al cabo, es lo que más va a escuchar. Alguien que pretenda inventar la suya propia puede utilizar esto en su beneficio. Al controlar esos aspectos de la lengua, estará definiendo su carácter. Y eso es lo que le dará un sonido inconfundible y propio a su trabajo, como David J. Peterson hizo con el dothraki.

Si quieres aprender más sobre cómo construir tu propia lengua, te recuerdo que este verano reeditamos el curso de creación de lenguas artificiales de Caja de Letras. Puedes encontrar más información aquí.

Antonio Vileya

Antonio M. Vileya Pérez (Sevilla, 1992) es filólogo hispánico y presta servicios editoriales a entidades de diversa naturaleza. Su vocación divulgadora lo ha llevado a formar parte del comité organizador del Encuentro de Literatura Fantástica de Dos Hermanas y ser miembro activo de la asociación cultural Bibliofórum. Ha impartido cursos monográficos sobre fantasía, ciencia ficción, terror y novela negra en la Universidad de Sevilla.

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