Llevo un tiempo queriendo escribir una serie de artículos sobre ciencia ficción, pero cada vez que me sentaba delante del ordenador, sentía que no tenía claro cómo enfrentar la tarea. Por un lado, cuesta hablar de un género que te gusta y que, en la actualidad, te despierta sensaciones encontradas. Por el otro, porque no quería que estos artículos se convirtieran en un intento de sentar cátedra. Pero como dudar no te lleva a ningún sitio, he decidido liarme la manta a la cabeza y empezar a escribir. Así que, de manera tangencial, hoy os voy a hablar de la taxonomía de los géneros literarios.
Mi problema con la ciencia ficción
Sí, tengo un problema con la ciencia ficción. O mejor dicho, tengo un problema con lo amplia que se ha vuelvo la etiqueta en la actualidad. Es una de mis críticas más comunes en los últimos tiempos; cojo un libro marcado como “ciencia ficción” y, tras acabarlo, me quedo insatisfecho. No es lo que quería. Pero no es culpa del producto per se, sino de cómo me lo han hecho llegar. Creo que es un problema de etiquetas. De la taxonomía que usamos para el género. Cada género tiene un nombre general que engloba las distintas expresiones que se pueden desarrollar. Por ejemplo, llamamos “Literatura Fantástica” a obras que luego diferenciamos en Alta Fantasía, Grimdark, etc. Es una buena manera de trabajar, porque todos esos géneros comparten la clave básica; la fantasía en mayor o menor grado. Pero si cogemos “ciencia ficción” como la base de nuestro género, nos damos cuenta que multitud de subgéneros, desde los “punk” a la “space opera”, no respetan esos parámetros básicos; muchos carecen del menor asomo de ciencia. No es algo malo, se han escrito grandes obras sin nada de ciencia pero, ¿no creéis que es un error entonces llamarlas ciencia ficción? ¿Por qué no usar un nombre más acorde? No sé, algo que gravite alrededor del concepto del futurismo, de la ficción futura, etc. No soy filólogo ni académico, no puedo decir cuál sería la opción adecuada, pero sí tengo claro que usando el “ciencia ficción” de manera general, estamos distorsionando ese término, confundiendo al lector, desvirtuando las obras que caen en esa categoría sin serlo y, sobre todo, perdiendo el sentido original con el que se acuñó. Tampoco creo que sea justo con la mayoría de obras ponerles una etiqueta que no se ajusta a ellas. Recientemente un amigo me recomendó que leyera “La Quinta Estación”. Debo reconocer que me pareció una novela interesante y técnicamente estimulante, porque la autora consigue hacer funcionar muy bien los capítulos en segunda persona, algo que yo encuentro muy difícil. Pero el tema es que llegó a mí como una obra de ciencia ficción y, tras medio libro, empecé a impacientarme. No porque no me gustara, sino porque no era lo que estaba buscando. No sabría en qué género englobar “La Quinta Estación”, la verdad, pero no creo que ciencia ficción sea uno que defina la obra. No soy un purista, no voy a defender que la ciencia ficción “de verdad” sea el único género que vale la pena y que los demás son secundarios. Porque no es cierto y, además, me parece absurdo. Puede gustarte más un género que otro, es una cuestión de gustos, ¿pero decir que uno es mejor que otro? Es una tontería.
El caos de los géneros literarios
Pero no es un problema que encontremos solo en la ciencia ficción. ¿Nunca os habéis preguntado por qué algunos géneros hacen referencia a elementos de la trama (novela negra, romántica, etc.) mientras que otros hacen referencia al marco temporal (novela histórica, “ciencia ficción”, etc.) y otros se centran en el ritmo de la historia (thriller)? ¿Qué criterio es más importante? Porque seamos sinceros, aunque una novela transcurra en un marco histórico, también tiene una trama y un ritmo determinados. En general la taxonomía de los géneros literarios es un poco caótica. Quienes asignan los géneros son editores, gente de marketing o los sufridos libreros que tienen que encontrar un estante más o menos coherente donde colocar una obra para que el cliente la pueda encontrar con facilidad. Su prioridad es llegar al público y el criterio en el que suelen basarse es la proximidad. Si esta obra ha vendido y esta se le parece, diremos que son del mismo género para que el público las pueda asociar. Luego está el segmento académico, las personas que estudian las obras para crear una taxonomía definida que otros autores de su esfera discutirán y a la que contraatacarán con otra taxonomía diferente. ¿Quién tiene autoridad, entonces, para imponer una taxonomía verdaderamente funcional? Pues nosotros, los usuarios. Cuando vayan surgiendo alternativas taxonómicas, algo a lo que os animo para que lo intentéis, seremos los usuarios los que, al usarla, la iremos asentando.
Me parece muy interesante esta reflexión. Y necesaria. Escribo, y me cuesta explicar qué género es.
Me alegro que te haya gustado el artículo. En última instancia, a los autores el género nos tiene que importar más bien poco, quizás para ayudarnos a encontrar obras afines de las que aprender y para saber lo que otros autores han escrito antes que nosotros.
[…] de que el otro día estuviera divagando sobre géneros literarios y el problema de la nomenclatura de la ciencia ficción, hoy os quiero presentar mi […]