Cuando escribes ficción, creas mundos que no existen. Da igual que inventes un paisaje de fantasía, que des vida a un nuevo planeta o que recrees una sociedad que dejó de existir hace tiempo. Incluso si te centras en la ficción contemporánea y describes lugares reales, siempre estarás dando tu versión de la realidad, no la que conocen los demás. Y así nos planteamos… ¿Pueden aprender los lectores de lo que escribimos?
Como escritor, necesitas usar muchas herramientas para que el lector se sienta parte de ese mundo. Entre ellas están el construir personajes profundos, con matices en su personalidad, el inventar una trama entretenida, que enganche, pero también el crear un espacio y un tiempo en el que ocurra esa trama y se desarrollen los arcos de tus personajes. Aquí es donde aparece la necesidad de la documentación.
¿Siempre hay que documentarse?
Hay géneros en los que la documentación es inevitable, como la novela histórica. En cambio, hay otros en los que muchos escritores y guionistas caen en el error de no documentarse. Por ejemplo, en la novela policíaca es fácil sentir que nuestro bagaje como lectores (o espectadores) será suficiente para recrear la atmósfera que necesitamos. Un ejemplo de esto sería usar referencias americanas para describir un juicio en España. El resultado no sólo sería poco realista, sino que podría llegar al punto de romper el pacto de ficción con el lector. Documentarse es clave para mantener la verosimilitud de la historia, sea del género que sea.
El género que más se presta a la «no documentación» es posiblemente la fantasía. A pesar de ello, los grandes escritores de novela fantástica se documentan extensamente antes de lanzarse a escribir sus novelas (hay varios vídeos muy interesantes en el canal de Caja de Letras en los que se habla del proceso de documentación, y en concreto, en la ficción y la fantasía).
En esta entrada me voy a centrar en la importancia de la documentación en dos géneros concretos, la ciencia ficción y la ficción histórica. La razón por la que los he escogido tiene que ver con una cualidad que, desde mi punto de vista, no comparten con el resto de géneros literarios: su potencial para la enseñanza. Y lo primero que os vendrá a la cabeza será: ¡pero si yo quiero ser escritor, no profesor!
¿Pueden aprender los lectores de lo que escribimos?
Es cierto que cuando escribimos ficción, ya sea en forma de relato, novela o guión, no lo hacemos pensando en qué aprenderán nuestros lectores, sino en que se sorprendan con nuestra trama, se enamoren de nuestros personajes y los acompañen en sus aventuras. Sin embargo, debemos ser conscientes de que un número bastante elevado de lectores declaran que leen ficción histórica porque prefieren esa manera de aprender a la frialdad espartana de un libro de texto (y esto se aplica también al mundo audiovisual).
Esto ocurre también con la ciencia ficción: muchos lectores aprenden (o creen aprender) de lo que leen en los comics, novelas y series de televisión. Si vamos un paso más allá, hay numerosos estudios y experiencias académicas que defienden el uso de novelas de estos géneros para reforzar y facilitar la enseñanza de las ciencias y la historia. Por lo tanto, aunque la enseñanza no sea el objetivo, y a pesar de que es responsabilidad de los lectores el ser críticos con aquello que leen, creo que los escritores no debemos ignorar a toda esa gente que se acerca a nuestras obras de ciencia ficción o de ficción histórica y pensar en qué pueden aprender los lectores de lo que escribimos en nuestras novelas.
¿Dónde y cómo me documento?
Una vez aclaradas las razones principales que nos pueden instar a documentarnos, empieza el proceso de buscar información para conseguir la verosimilitud que necesitamos. El primer problema que surge es por dónde empezar. En internet hay miles de páginas web sobre prácticamente cualquier tema en el universo. Sin embargo, hay que tener cuidado porque muchas de ellas las escribe gente sin formación, que no aporta datos reales, sino opiniones subjetivas que nos pueden llevar a errores importantes. Wikipedia suele ser un buen comienzo para darnos una visión general (si sabéis inglés, la versión inglesa suele ser mucho más fiable y completa que la española), pero no puede ser nuestra única referencia. Una vez tenemos una idea básica de lo que queremos saber, debemos ir un poco más allá.
Lo ideal, si no sois expertos en el tema del que vais a escribir, es que busquéis a alguien que lo sea. En el caso de la ficción histórica, si tenéis algún amigo historiador o arqueólogo podréis invitarlo a un café y aprovecharos de sus consejos. Lo mismo ocurre si os estáis documentando para escribir ciencia ficción y conocéis a algún científico. Aun así, ambas disciplinas son muy amplias, y a lo mejor la especialización de vuestro amigo no coincide con lo que necesitáis. Podéis también buscar en internet entrevistas con expertos en la materia que os ocupa. Tanto si tenéis amistades que os puedan asesorar como si no, lo más probable es que os haga falta buscar los detalles en fuentes específicas (ensayos, libros de texto, documentos antiguos, artículos científicos…). En mi entrada anterior doy algunos detalles sobre cómo documentarse usando artículos científicos. Lo importante es tener el suficiente conocimiento del tema para que el lector medio se crea sin dudar lo que le contamos, incluso aunque ya tenga conocimientos sobre ello.
En las siguientes entradas hablaré con más detalle de de buenos y malos ejemplos de documentación en estos géneros y de los errores más frecuentes que hay que evitar si se quiere hacer un trabajo bien documentado.
Entretanto, ¡escribid mucho y disfrutadlo!
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